sábado, 3 de enero de 2015

Horror por el vacío



Horror por el vacío


El tiempo pone en ridículo muchas afirmaciones o apreciaciones. El lavatorio es una obra maestra del Tintoretto.  He visto un documental de la Televisión Española, donde se vierten opiniones sobre el grandioso cuadro, una más inapropiada que la otra.  Claro, el programita tiene unos 30 años, y muchas de las cosas que allí se dicen, hoy  no las suscribiría nadie. O al menos eso es lo que yo pensaba…
               Por doquier pude toparme con la desacertada idea de que el perro está en el centro de la escena por pura genialidad del maestro. También, por casi toda la web, se dice que otra de las atracciones de la pintura está en el hábil  manejo de la perspectiva.   
             Hoy sabemos que para decir algo más acertado tenemos que vincular ambas cosas: el perro y la perspectiva. Si Cristo no está en el centro de la escena, eso no se debe a la irreverencia del pintor. — Y menos tratándose de Tintoretto, que era un maestro de la escena que no quería problemas —. Cristo se encuentra a la  derecha porque desde ese lugar ingresaban los que visitaban la estancia donde el cuadro fue emplazado originalmente. Más aún, está de frente al que entra. Entonces, para el que llegaba, la enorme figura de Jesús y todo el entramado de perspectiva que subyace los obligaba a ver todo antes de reparar en  el cuadrúpedo.
Sin embargo, una vez adentro, es innegable que un cuadro de dimensiones monstruosas como este nos invita a ver el bichito, que parece que anda como olfateando algo raro. Entonces la explicación sólo es satisfactoria a medias. La página del Museo del Prado dice que Tintoretto se estaría inspirando en el cuadro de otro veneciano, Bassano. Es más, afirma que el cuadro que tenía en mente era  Dos perros de caza atados a un árbol. Pero esto tampoco me satisface porque se trata de una obra donde los perros son los protagonistas excluyentes.  
¿Pero es la única obra del Tintoretto que tiene por protagonista al mejor amigo del hombre? En una de sus versiones de La última cena y en Cristo en casa del fariseo procede de igual modo. Vemos un espacio libre donde destaca un perrito.¿Casualidad?
Busqué. Así dí con el programa de la Televisión Española que ya está para jubilarse. Aunque parezca increíble, un médico es el que explica a Tintoretto. No es que el tipo  no sepa—y no me quedó claro si sabe o versea—pero en las letras del zócalo de la pantalla lo presentan de esa manera: “Alberto Portera: Médico”, de no creer. Este galeno afirma que el perro está puesto ahí para compensar no sé que cosa: ¿los desequilibrios de los cuatro humores de Hipócrates? Me enfermé. Después una mujer, que no declara su profesión— ¿veterinaria?—se deshace en elogios por el can o, para ser más precisos, por el hallazgo del artista.
Pero no he encontrado lo que quería. No me formé en medicina, sino en filosofía y en circo, lo cual me condiciona a ver las cosas desde otro aspecto.
En el último escrito de este blog apuntaba sobre lo revolucionario de un cuadro del siglo XVII que es obra de Samuel van Hoogstraten. En el mismo se muestra el pasillo de una casa y una habitación al fondo. No hay ningún personaje. Era tan infrecuente ver un pasillo vacío de seres humanos que eso generó inquietud. Entonces alguien le dibujó un perrito y una nena, para calmar la angustia. (Hace pocos años las adiciones fueron afortunadamente borradas). Con este cuadro de Tintoretto se me ocurre que pasó lo mismo. Imagine un perro de esa época. Mugriento y pulgoso sería lo mínimo que a uno se le ocurriría, máxime si tenemos en cuenta que la casa se ubica en Venecia y que, al fondo, vemos que está abierta de par en par. Incluir un can así junto a Cristo, que está lavando a unos apóstoles que—se deja ver— hay que descalzarlos porque no se ensucian ni las plantas de los pies, parece raro.
 Quizás tenga razón el doctor y se trate de una operación en la tela con el noble fin de compensar los desequilibrios. O tal vez se trate de una genialidad temeraria del maestro Tintoretto, como quieren muchos. Yo creo más probable que la genialidad del veneciano fue dejar libre ese lugar,  hasta que lo apremiaron para que llene ese vacío insoportable y angustiante. Si nos fijamos en La última cena y en Cristo en casa de los fariseos veremos que el perro está como aislado, un poco incongruente en el contexto, como que fue introducido a regañadientes. Por lo menos así lo veo yo. Desde la mirada del doctor, de la veterinaria o del payaso, todos tenemos una perspectiva. 


Documental TVE:
Museo del Prado, comentario:
Sobre perros y Bassano.

En Venus, Vulcano y Marte, el perro cumple una función obvia.

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