A Debo, que es una soñadora.
En eso que me gusta llamar “periodismo”, pero que otros se empeñan en llamar “crítica de arte”, está de moda desde hace unos 20 años sorprender con algún “tapado”, uno de esos artistas que se supone que fueron geniales, pero que ya nadie recuerda. Y tiene algo lírico recuperar seres olvidados del pasado, tal vez porque el pasado inescrutable que tratamos de recuperar tiene algo de olor a poeta muerto. Entonces, si tenemos alma de poetas, por momentos eso se nos torna un vicio, y vemos “tapados” por todos lados, y nosotros mismos los volvemos a olvidar con el paso del tiempo, devolviéndolos a donde pertenecen, al olvido. Con gran esfuerzo recuerdo a… a… a…., bueno, no me acuerdo, pero eran grandes genios olvidados que con el correr de las horas tendían a volver al ostracismo, de donde nunca debieron haber salido, como… eh… no me acuerdo.
Pero hay un músico tapado. Un músico que escuché una y otra vez a lo largo de estos años y me demostró con su obra que vale la pena volver a él. Un músico que murió a los 25 años y que nos dejó una sinfonía excepcional en Mi mayor. Su nombre es Hans Rott y sus años extremos son 1854-1884. Fue alumno de Bruckner y amigo de Malher, pero también fue maestro de ambos….
Y es que Hans Rott merece un aplauso y un reconocimiento más allá de lo meramente poético. Cierto que solo es recuperable su sinfonía, compuesta a los 20 años, pero si nos detenemos en ella veremos que no solo Juan Rulfo puede alardear de pasar a la historia con una obra exigua.
Después de Beethoven pararon más de 50 años hasta que la sinfonía, como forma musical, se renovara. Esa renovación vino de la mano de Bruckner y de Mahler, o al menos eso dicen las enciclopedias. Pero creo que el verdadero innovador del espíritu sinfónico fue Hans Rott. Su música es una rara mezcla del ascetismo bruckneriano— con sus silencios y sus obstinadas angustias existenciales— y de la lírica mahleriana. Pero esta definición de su música es solo a los efectos pedagógicos, porque en realidad Hans Rott compuso su música antes que los otros dos monstruos, y se hace evidente que esa prioridad lo posiciona como el inspirador de las grandes sinfonías de sus colegas.[1]
Así es. Como se sabe, Anton Bruckner dio a conocer su primera sinfonía arañando los 50 años. Pero Hans, compone su única sinfonía a los 20, siendo un aventajado alumno de Anton, cuando su maestro recién empezaba a hacer cosas buenas. Extrañamente hay más música bruckneriana en el alumno que en el maestro, quien, se suele conjeturar, contribuyó a redondear la obra. Pero déjenme decirles: la sinfonía en Mi mayor del alumno es superior a todas las sinfonías que había compuesto hasta entonces el maestro, incluida la tercera. Faltaban muchos años para que Anton compusiera la octava y la novena, catedrales de la música de todos los tiempos.
La sinfonía en Mi mayor es invaluable, especialmente por su segundo movimiento, Sehr Langsam, de una belleza romántica y heroica como pocas veces se ha escuchado, vehículo para canalizar lágrimas de éxtasis al más desprevenido. O, dicho de otra manera: bueno y comercializable. Por este movimiento Hans Rott ya merece un lugar en la historia. Sin dudas, tiene un aire muy marcado a una pompa de Elgar, pasado por el tamiz de Bruckner, y resuelto con una maestría intimista que el mismo Mahler de seguro llegó a envidiar. Esta sinfonía rara vez es ejecutada. Una vergüenza.
Se sabe que Gustav admiraba enormemente a su amigo. Mahler debió amar el tercer movimiento, un Scherzo que es obviamente Mahleriano, aunque Hans lo hubiese compuesto mucho tiempo antes de que Mahler nos sorprendiera con su primera sinfonía.
Por eso mi humilde intención no es solo rescatar su contribución a la música, sino poner las cosas en su lugar. Hans no fue un bruckneriano y un mahleriano, sino que Bruckner y Mahler fueron Rotterianos.
Gustavo y Antonio acompañaron a Hans en sus últimos años, cuando fue internado por locura, y estuvieron acompañándolo en su entierro. Y a veces pienso mal, y se me ocurre que estaba en la intención de estos genios enterrar también su música, porque de esa música tuvieron que plagiar al menos el espíritu para luego poder ser lo que fueron. Pero solo a veces.
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Adjunto la Sinfonía en Mi Mayor. El segundo movimiento inicia en 10: 45
[1] Por supuesto, siempre se pueden buscar antecedentes e influencias raras. La música de Rott y de Bruckner tienen acaso un ancestro común en las sinfonías de Joachim Raff, mejor conocido como “el Bruckner sin cerebro.”
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