Para hacer geografía es imprescindible una sola cosa: abrir los ojos. Y para hacer geografía no es necesario que seas un licenciado en la materia; los arquitectos, los veterinarios y los bomberos también deberían practicarla. Vos deberías practicarla. Puede ser que no te interese. Pero si no te metés con la geografía es probable que la geografía se meta con vos.
En el partido de Tigre, en Don Torcuato, hasta ayer nomás, había un aeropuerto pequeño, un “aeródromo”, como lo llamaban los vecinos. Son varias hectáreas que están junto al río Reconquista, entre las vías del ferrocarril Belgrano Norte y la autopista panamericana. A primera vista la zona es aterradora: el río es el segundo curso más contaminado del país y despide un olor nauseabundo, y pasando las vías se ubica el CEAMSE, que es el merdedero o basural más importante que tenemos. Cuando cae la noche, si el viento viene del oeste—cosa más que frecuente—ese olor penetrante te domina el naso hasta casi llevarte al vómito (los que pasamos diariamente con el tren lo sabemos.) Del otro lado del río está el terraplén de la autopista del Buen Ayre, y más allá la villa miseria, desde donde parten a la puesta del sol los que revuelven los desperdicios del merdedero.
En esta coyuntura tan especial hoy se está levantando, silenciosamente, uno de los country más exclusivos. ¿Un error? Claro que no.
Por empezar, se encuentra dentro de una zona muy próxima a la ciudad de Buenos Aires y más próxima aún a los municipios del norte del conurbano, donde abunda la plata. Además, está junto a dos autopistas, lo cual se traduce como dos accesos rápidos y directos. Sin embargo, lo que parece no encajar en el rompecabezas es el CEAMSE y el río. Pero solo es cuestión de mirar bien y encajar las fichas en su lugar.
Desde hace años los cursos de agua están siendo valorizados. Los barrios cerrados del delta y las torres de Puerto Madero quizás son la expresión telúrica más evidente. Pero este fenómeno no es de cabotaje. En todo el mundo parece que es altamente deseable vivir al amparo de un río, el que sea. No obstante lo cual, el que tiene una moneda no la va a regalar. En Londres está el modelo de Puerto Madero, sobre el Támesis, pero los cajetillas que fueron a vivir ahí se cuidaron de cambiar el aspecto y el olor del río. Salió una fortuna, pero valió la pena.
Cuando se quieren hacer las cosas se hacen. Pero no las van a hacer para vos o para mí, que viajamos en el tren. Y mucho menos para todos los villeros que pueblan las márgenes de los ríos más contaminados. A ellos les van a mostrar que el río está contaminado, y que deben abandonar la zona antes que sea demasiado tarde. Van a decir que lo hacen por el interés de ellos (de los villeros), cuando en realidad lo van a hacer por el interés de ellos mismos, que son los que propagan esta verdad a medias por la prensa y por la pantalla. Es tan cierto que hay chicos que se mueren por culpa del río como también es cierto que en el fondo hay gente que se beneficia con faraónicos negocios inmobiliarios gracias a eso, porque encontraron la excusa perfecta para que los villeros se vayan.
¿Y qué podemos decir del CEAMSE? El CEAMSE es unas cuantas montañas de desperdicios. Son colinas que en el tope superan los cien metros y destacan en una llanura como la bonaerense. Si se dejara de utilizar el predio se podría parquizar y grandiosas vistas se podrían obtener tanto desde arriba como desde abajo, (lease, desde al country.) Y profetizo: se van a parquizar. Los vecinos de Don Torcuato hace años están reclamando que se vaya el CEAMSE y todo su olor. Y cuando se vaya, van a decir que fue mérito de los vecinos…
¿Cómo es posible que sepa el futuro? Porque veo el presente. Nadie pone tanta guita en un lugar como ese, a menos que…
Eso que alguien denominó “imperialismo verde” tiene parte de la culpa, porque propagan solo un aspecto de las cosas, acaso las más inmediatas y evidentes. Juegan a las cartas, no a los dados; ven sólo una cara, no seis. Están acostumbrados a ser funcionales a gente que los usa.
Por suerte el poder circula y todos tenemos un poquito de poder, en un blog, en una charla con amigos, en la posibilidad de mirar bien y abrir la boca.
Que las cosas se tornen invisibles no quiere decir que no existan, sino que nadie repara en ellas, que nadie las ve. Yves Lacoste nos tenía acostumbrados a las sentencias memorables. Una de esas, menos transitadas que las otras, dice así:
“La geografía sirve sobre todo para ocultar las medidas que permiten a las empresas capitalistas, especialmente a las más fuertes, aumentar sus beneficios.”
Y mucha razón tenía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario