jueves, 23 de enero de 2014

Piedra Libre


Todavía con el traje de novia ella se le presenta al que ahora es su marido. Antes le había enviado una carta en la cual le decía algo revelador: “no soy virgen”. Como hasta el momento ellos no han copulado, se acarician como reconociéndose los cuerpos. Amalia, la que no es virgen, le dice, asombrada ante la naturalidad de él, si ha leído la carta. Su macho, más asombrado aún, le dice que sí, que la ha leído, pero que pensó que era un chiste. Ella sube la apuesta, le informa que no solo era verdad sino que también tiene algo más que decirle, y le avisa que está embarazada. El macho—que ahora se siente un buey—se retuerce dentro de su alma, preñado de ira.  Amalia corre lo más rápido que el vestido blanco le permite. Sin embargo, el buey tiene nobleza y a medida que la persigue va calmándose, y llega a desesperarse cuando advierte que la ha perdido en el bosque. Pero Amalia no aparecerá nunca, será una desaparecida.

Mecha Ortiz, que interpreta a la abuela de la desaparecida— y que se parece peligrosamente a Mirtha Legrand de vieja—es una oligarca insoportable que prefiere que los hechos de la desaparición de su nieta no se investiguen. Dice:

“Si ella está viva en algún lado, que sea muy feliz. Y si está muerta que descanse en paz. (…) quiero que este caso se cierre definitivamente para la justicia. Hay cosas que no se deben averiguar para que una sociedad siga existiendo. Si se revuelve el estiércol siempre aparece toda la mierda.”

En otro pasaje otro personaje agrega: “La gente no desaparece porque sí”

Al final, la nueva novia del buey  va a buscar el cadáver de Amalia, pero el cadáver no está: ha desaparecido.

La película se estrenó en setiembre de 1976, a menos de seis meses del golpe, cuando la desaparición era un tema relativamente nuevo. Averiguando, no encontré que haya habido ningún tipo de censura. (Si en la cinta recortáramos todos los pasajes censurables la reduciríamos a un corto. Así de abundantes son las transgresiones, de las que yo solo he difundido un par.) Tampoco he encontrado nada escrito sobre la película, salvo alguna anotación al margen sobre lo incisivo del film. Me interesa particularmente saber cuándo se terminó de rodar Piedra Libre—que desde el título es conmovedor— porque Beatriz Guido escribió el guión tal vez pensando en otros desaparecidos, los desaparecidos de Isabelita, y sin querer queriendo se encontró con ese otro horror.
De más está decir que el film es mucho más que lo narrado. Lleno de simbolismos y sutilezas que Bergman aplaudiría, y adornado con música de Bach, Verdi y Wagner, es uno de los grandes largos argentinos.
Hace unos años me hice con un libro que traía las operas de Richard Wagner. Ahora, leer las obras de Wagner, omitiendo la música, es una tragedia, un plomo, un aburrimiento inacabable. De Beatriz Guido se puede decir lo mismo. Sus libros tienen una gran inclinación por la gravedad: se caen de las manos con mucha facilidad. Pero las películas que confeccionó junto a Torre Nilsson, su marido, son a veces excelentes, como en este caso. Piedra Libre fue la última película del maestro. Beatriz vivió una década más, sin encontrar la brújula.  Me la imagino corriendo por diez años, buscando acaso algún buey que se anime a poner en película las cosas que ella imaginaba.  Gracias por toda tu fantasía. Hoy me hubiera gustado tener unos 60 años y tomar ricos cafés con vos para que no te sientas tan sola.

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