Este año que pasó llegué a odiar a los dinosaurios. Primero fui con mi pibe a Tecnópolis, esa megamuestra de un gobierno que le pone toda la onda a la tecnología, pero que se resiste a implantar el voto electrónico. Allí pudimos ver lo mismo que en el 2012, pero renovado y con mas especies exhibidas. Además es una de las pocas cosas que podés ver independientemente de la gente que haya, que siempre es mucha, porque los dinos son enormes y se pueden apreciar desde cien metros. ¡Y todo gratis!
Fue un éxito rotundo. Mi pibe empezó a pedirme más dinosaurios. Lo llevé a la Rural, donde se exponía “Mundo jurásico”. Cien pesos. La misma tecnología de tecnópolis, pero al servicio de los cogotudos que demandan voto calificado. Era como pagar para no ver negros. Me sentí un pelotudo.
Sin embargo, la pasión de Rodrigo no se agotaba. Nada lo conformaba. En Temaiken hay tiburones, pero no hay dinosaurios. En el zoológico hay dinosaurios, pero no se mueven. En la tele pasan la serie “dinosaurios”, pero está en inglés (refiriéndose al portugués.) Y en el cine…
Fuimos a ver “Caminando con dinosaurios”. La sala estaba llena en un enero donde los pibes reclaman su importancia. La película comenzó. Pero algo no andaba bien. Ni los pochoclos se escuchaban. No es de las películas como La era del hielo, que te dejan una enseñanza (tanto para grandes como para chicos) y que te abren una sonrisa (tanto en los que renuevan los dientes, como los dinosaurios, como en los que ya los perdieron para siempre, como los dinosaurios que van al cine con sus nietos.) ¡No no! “Caminando con dinosaurios” ilustra sobre la vida de estas bestias sin hacer reír a nadie. Hay chistes, escatológicos, como los de Shrek, y también bastante humor inocente, como para los no-destetados. Dicho en términos freudianos hay humor negro y humor blanco, pero no hay humor gris, porque la película carece en absoluto de imaginación, y nadie se ríe.
La peli está llena de especies del cretácico superior. Cada especie es presentada con su nombre científico en latín y en su traducción al español. A su vez, cada una es discriminada según su dieta: omnívoros, herbívoros y carnívoros. Un plomo. Y es un plomo porque en el medio le pusieron una historia anodina, cuyo punto más fuerte es la muerte del papá del dinosaurio protagonista, que no llega a conmover ni siquiera al pibe más sensible, y mucho menos a los papás que preferíamos morir antes que seguir mirando un bodrio en 3 dimensiones.
Una vez que salimos del antro lo hablé con mi hijo. “¿Qué hacen los carnívoros si no hay herbívoros?”, preguntó. Y me di cuenta que mi juicio no era del todo justo. Caminando con dinosaurios no es una película, es un documental. Un documental para niños. Y para ser más específico: es un documental para niños amantes de los dinosaurios. A Rodrigo le gustó. Para reírnos siempre estarán Los Simpsons.
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