miércoles, 29 de junio de 2016

MetLife

                                                      
                  La selección de la Federación de Fútbol de Chile (FFCh) le acaba de ganar a la selección de la Asociación Argentina de Fútbol (AFA) la final de la Copa América Centenario, en el no tan mítico Metlife Stadium de New Jersey. Fue por penales, y es una pena ver tantos millones de argentinos  tristes. Estuvimos a un paso de tocar el cielo con las manos. Y aquí estamos. 
                 La alegría de la mayor cantidad de personas es mi norte, mi deseo. Y debería ser el deseo de todos. El mundo es injusto. La victoria chilena alegra la vida de 18 millones de personas, no de 40 millones de argentinos. Mejor hubiera sido la victoria de Brasil, alegría para 200 millones de seres humanos. Lo óptimo, lo inmejorable en este torneo, hubiese sido la victoria de Estados Unidos, más de 300 millones, que si bien mayormente no gustan del fútbol, seguramente hubiesen sonreído al alzar la copa. Todos somos hermanos, No hay fronteras posibles. Brindemos en cualquier idioma. El verdadero corazón cosmopolita desea que China y la India jueguen la final de Rusia 2018 ( y que la gane China, claro). No se trata de una mera cuestión aritmética. Ser altruista es no ver fronteras, no ver razas, no ver diferentes colores de ojos. Da todo igual. Ellos son nosotros y nosotros somos ellos, en tanto homos sapiens, en tanto personas... en tanto chinos. 
                          Y a mis compatriotas les digo: ante semejante catástrofe, tal vez  necesitemos un buen seguro de vida.

martes, 14 de junio de 2016

La paradoja de un migrante


Añadir leyenda
Como José no tenía libros iba por el mundo publicando que tenía calle. Él se movía por Buenos Aires como una pantera en la noche.  ¨La tenía clara¨.
Un mal día se quedó sin laburo. Con fortuna consiguió trabajo de mozo en  Noruega.
En Oslo se metió su calle en el orto.  No es que los oslenses no tuviesen necesidad de calle, al menos en los dos putos meses en los cuales pueden caminar a la intemperie, sino que se trata de otra calle. José se sintió como una pantera en el zoológico.
Entre pedido y pedido, nuestro mozo fue aprendiendo a putear en noruego, a escupir en noruego y a decir ¨calle¨ en noruego, sin llegar a ser jamás  un oslense hecho y derecho. Para entretenerse, y con orgullo, publicaba a todo el que se le cruzaba sus andanzas porteñas y lo que se debe y no se debe hacer ante un rati o un punga, una plaza semivacía o una noche cerrada, una tuca o una mina. Lo escuchaban maravillados.
Un buen día dio en un bar con un antropólogo que reparó, por casualidad, en toda la calle porteña de José. El catedrático lo invitó a la casa para aprender más sobre el asunto. Hoy José forma parte de una tesis de doctorado en antropología.



jueves, 2 de junio de 2016

He volado al otro hemisferio

                 He volado al otro hemisferio. He visto calles y senderos, madres  y silencios, policías y próceres universales,  tranvías y guías turísticos. Pero no he levantado la cabeza. Allá, alto, la esfera celeste se dibuja de otra forma. Otras estrellas flotan entre el horizonte y el zenit. Cada estrella con su nombre; cada grupo de estrellas con su nombre, muchas de ellas con otros nombres. Las que guiaron a los barcos,  a los barcos que eran guiados  por las velas, a las velas que eran guiadas por los vientos, a los vientos que eran guiados por la acción del sol y de la rotación terrestre (que líricamente podríamos resumir como ¨Dios¨, a quien  Aristóteles ubicaba tras las estrellas, inmóvil, sin objetivo, como un gran bostezo carente de pasiones, al que todos los cielos seguían).
                   He viajado al otro hemisferio, y no me detuve a ver el sol hacia el sur, dibujando sombras sobre los monumentos, sombras que giraban en el sentido de las aguas de los relojes, que  no hacen otra cosa que seguir el sentido heredado de los relojes solares, que en sentido estricto son relojes de sombras.
                   He viajado y no he visto a la luna con la cara dada vuelta, como la vieron los egipcios, o sobre un fondo de estrellas, como la vieron los aztecas, o menguante, como en las banderas del islam.
                   Pero yo nada de eso observé cuando volé al otro hemisferio. Atado a la Tierra y a la tierra, estúpido observador a ras del suelo, inquisidor de lo inmediato. Mediocre, parco y pobre viajero, me comporté como el noventa y nueve coma noventa y nueve  por ciento de los humanos. Y ahora quiero mirar y no puedo. He vuelto.

Gustave Doré. Canto XXXI

miércoles, 25 de mayo de 2016

Los restauradores

        

Las Meninas de Velázquez o El jardín de las delicias del Bosco son obras muy famosas y difundidas. Sin embargo, lo que vemos en esas telas son una sucesión de restauraciones. Si Las Meninas no hubiesen estado sometidas a restauración tras restauración, hoy no tendríamos Meninas. Si no le hubiesen metido mano a El jardín, hoy no cosecharía sus frutos.

            Los restauradores tienen nombre y apellido, como es el caso de las hermanas Dávila, Maite y Rocio, que se encargaron de devolvernos las obras mencionadas y muchas otras de estos autores, metiendo pincel tras pincel. De alguna manera, si Velázquez y el Bosco continúan vivos, es gracias a estas restauradoras, que laburan como hormigas, milímetro a milímetro, a veces durante meses, intentando burlar el paso del tiempo. Y tanto trabajo tiene un premio:  el privilegio de tocar las obras que ninguno de nosotros podremos tocar jamás. 

            Sin embargo, el hecho cierto de que no vemos las pinturas originales pasa desapercibido para el gran público. Es más, hay una intencionalidad en todo esto. No es que uno no pueda averiguar estas cosas. Está el ejemplo clásico de la archifamosa Ronda nocturna de Rembrandt, a la que le pasaron literalmente un paño por encima y descubrieron que la escena no era nocturna sino simplemente que la tela estaba sucia. (Por supuesto, el título no es del pintor y con el descubrimiento muchos críticos que venían sosteniendo la genialidad del holandés de concebir un retrato colectivo nocturno o la descabellada idea de que los protagonistas salían a patrullar la noche para proteger la ciudad de chorritos, quedaron en offside.) No. No es que no se sepa. Es que si no  hacés la pregunta no te van a dar la respuesta.

            Me venía interrogando por las pinturas más viejas, esas que se pintaron antes del capitalismo, quiero decir, antes de la explosión del cuadro, ese artefacto móvil que facilita el intercambio. Me refiero a las pinturas murales, inmuebles. Si La última cena de Leonardo aún está en pié, ¿qué podemos esperar de los frescos del Giotto?

             Giotto en su juventud pintó, de la mano de Cimabue, la bóbeda de la Basílica de San Francisco de Asís, en Umbría. Claro, para pintar  la iglesia primero alguien tuvo que construirla.  Las cosas se dieron en este orden. Primero, Francisco se muere. Segundo, le construyen una iglesia y lo entierran abajo. Tercero, vienen los pintores y le dan brocha a las paredes y al techo, o sea, a la bóveda. Estamos hacia el año 1300. Nadie sabe que ese pendejo de 20 años un día va a ser el Giotto. Ese día llega muy pronto. Dante lo alaba, todos lo admiran. Caso raro, aún hoy lo admiran. Admiran su arte. Pero su arte tal vez no sea su arte. ¿Qué vemos en la bóveda de la Basílica de San Fransisco?

           
El 26 de septiembre de 1997 a las 2: 32 de la mañana un terremoto barrió Umbría. Un pedazo de la bóveda se vino abajo, sobre la tumba del santo. Cuatro frailes murieron entre Giotto y San Francisco de Asís. Las pinturas quedaron como un montón de escombros. Más que eso, como un montón de granos, como un gran hormiguero. Los primeros que entraron en la escena fueron, naturalmente, los bomberos con sus sabuesos, porque bajo la chatarra aún respiraba gente. Después habrán llegado los policías, los amantes del morbo, los deudos, las monjas y los insectos. Todos removieron esa montaña de nada y los perros seguramente habrán cagado. Por último llegaron los amantes del arte y los restauradores. 

            Exactamente cinco años después la bóveda y las pinturas volvieron a su lugar original. Algo había cambiado. Estaban un poco desteñidas, pero estaban.   ¿Un milagro?  Eso no es nada. Unos años después les dieron otra manito de pintura. Hoy están refulgentes, como nuevas. ¿Eso continúa siendo un Giotto? Creer o reventar. 

            Traté de averiguar el nombre del arquitecto y de las cuatro víctimas que murieron de tan particular modo. Nada por aquí. Nada por allá. La veracidad de esta anécdota tan extraña puede chequearla en los links que dejo a continuación. La veracidad de que eso que vemos fue pintado por el Giotto se la debo. El restaurador se llamaba Giuseppe Basile. Es el mismo que restauró La última cena. Murió en 2013. Su obra está en todos lados. Se mira y no se toca.  



Sobre las hermanas Dávila:

Sobre la obra y el terremoto:

Sobre Giuseppe Dávila:


domingo, 8 de mayo de 2016

Apología del cuaderno

¨Si llegaran extraterrestres y lo primero que hicieran fuera entrar en el museo del Prado quedarían convencidos de que en este planeta no llueve nunca¨.
Miguel Ángel García Hernandez


Los artistas suelen valerse del cuaderno para practicar, improvisar, arriesgar, divertirse e incluso para ver si la casualidad los sorprende. En los cuadernos se puede perder la escala, mezclar las  técnicas, jugar con las temporalidades, conjugar elementos incongruentes, ignorar los marcos, respetar los vacíos o ignorarlos, dibujar sobre otro dibujo, distorsionar la escena con una tormenta. 

Los tiempos contemporáneos han dado la bienvenida de todas estas cosas en el interior de las pinturas, pero casi siempre después de gran cálculo y como obra definitiva. Es que una vez que el cuadro se cuelga, la pintura ya no se modifica.

Pero no solo los artistas de la paleta hacen uso de los cuadernos. Los escritores, los docentes, los geógrafos, los arquitectos y los urbanistas, entre otros, también.

Y es que los cuadernos son ámbitos de libertad. A veces, sin dudas, nos avergüenzan. A veces nos explican quienes somos. Ellos son la pornografía de nosotros mismos.

Son la vida de la mente, que a su muerte,  quedará en un cuaderno.


Miguel Ángel García Hernandez:

Lo extraño no es que haya paraguas en 1810. Lo extraño es que... no está lloviendo. 



jueves, 5 de mayo de 2016

Bi

Se impuso el mapa Bicontinental de la Argentina en las aulas. Se sabe, se debería saber: esa porción de la Antártida que ves en el mapa al sur de la Tierra del Fuego no es Argentina. La Antártida no es de nadie, independientemente de lo que los mapas de nuestro país indiquen. Tampoco es Chilena, claro. El Tratado Antártico de 1959 asegura a los países que reclaman su reclamo. Eso es todo.

Pero si queremos adoctrinar a nuestro pueblo podríamos recurrir a sutilezas más reales, aunque no por ello menos idiotas.

Lo que muestra el mapa de la derecha es el recorrido de la falla Magallanes-Fagnano, que separa la placa sudamericana de la de Scotia. Esto hace que un sector de nuestro país y de Chile se encuentre en una placa tectónica diferente de la que incluye a todos los otros países de América del sur. Sin dudas, Colombia, por sus islas del Caribe; Ecuador por las Galápagos o el mismo Chile por las de Pascua pueden decir con comodidad que se encuentran en otras placas, además de la sudamericana. Pero sólo este último país y nosotros podemos decir que tenemos una porción significativa del territorio en otra placa y que al mismo tiempo no deja de ser parte de Sudamérica. Así podemos llenarle la cabeza a los pibes con Argentina, país Biplaca.

Tan estúpido (y real) como lo dicho puede ser lo siguiente. El estrecho de Magallanes es íntegramente chileno. Claro que esto es así solo bajo el supuesto de que el estrecho tenga como límite norte de su boca oriental a Punta Dungeness, que es lo que se ha acordado con Chile. Pero resulta que ese criterio es subjetivo. La realidad para los marineros es que el estrecho comienza en Cabo Vírgenes, unos 9 kilómetros más al norte. Ahora bien, como el Magallanes es un estrecho que pertenece al Pacífico, Argentina tendría, bajo este criterio, 9 kilómetros de costa sobre ese mar. En consecuencia, tenemos un país bioceánico.

Entonces: tenemos un país Bicontinental, Biplaca y Bioceánico. ¡Una maravilla! Sabemos que hoy por hoy no hay hipótesis de conflicto. Pero, llegado el caso, podríamos adoctrinar a los pibes con estas naderías para que vayan a dar la vida por la patria. ¡O juremos con gloria morir!


Nota: una hipótesis de conflicto futura la podemos imaginar como sigue. Algún día—ya va a llegar—la Antártida es declarada territorio de todos y de nadie. En ese momento muchos argentinos entenderán que nos han robado una porción de territorio que era nuestro desde siempre. Constituirá, sin dudas, una nueva pérdida territorial, de la misma manera que perdimos Bolivia o Paraguay en el siglo XIX, según entienden no pocos historiadores con vocación de almohada. 

domingo, 3 de abril de 2016

Continuidad de los Cortázar

La Fuente, de Marcel Duchamp. La obra original ha desaparecido, pero abundan réplicas en los museos. Firmada como R. Mutt, no sabemos si esta fuente es de Marcel. Aunque parece, esto no es una pipa. 

Se han descubierto nuevas versiones del celebérrimo cuento de Cortázar, Continuidad de los parques. El brevísimo relato narra cómo un hombre lee su propia muerte y, nosotros, leyendo ese relato, de alguna forma encarnamos en ese hombre. Básicamente se trata de un juego de espejos entre la realidad y la ficción, por un lado, y de la ficción dentro de la ficción (metaficción), por el otro, donde además hay un tema amoroso, que siempre creí innecesario. En una nueva versión se modifica sólo una línea. Donde dice ¨… lastimada la cara por el chicotazo de una rama¨  ¨, ahora leemos ¨… lastimada la cara por la caligrafía de un puñal¨. En otra se suprime el episodio amoroso, y en lugar de una mujer, aparece un ¨camarada¨. No es mucho, pero, para un relato que es breve como un suspiro de enano, es demasiado. (Las nuevas versiones ascienden a cinco).
Por estos días se están barajando multitud de interpretaciones sobre lo que supuestamente habría acontecido. Todas ellas pecan de la obviedad más pura: querer responder a un interrogante literario con más literatura. Por ejemplo  la opinión de Deborah Milbert, que conjetura que el cuento fue intervenido por el autor muchas veces simplemente para sacarle lustre; o la opinión de un obviólogo facilista como Jairo Méndez, que arriesga que Cortázar en un principio habría intentado un relato político.
Entiendo que la respuesta está afuera de la literatura, en La muerte de Marat, el famoso cuadro de David.
 Sabemos que la señorita Corday quería evitar el derramamiento de más sangre por parte de los revolucionarios franceses. Fue hasta la casa de Marat. Abrió la puerta, sabía que siempre estaba sin llaves. Los perros no ladraron. El mayordomo la interceptó. Se hizo anunciar como portadora de una lista de gente que debía ser ejecutada. Tenía conocimiento que el gran verdugo de la revolución pasaba sus horas confeccionando este tipo de listas negras sumergido en la bañera. Recorrió de memoria las habitaciones hasta el baño. El revolucionario la atendió, sumergido. Ella le hundió el cuchillo, se entregó a la justicia  y poco después murió en la guillotina, esa máquina que le había dado fama a su víctima.
¿Por qué el mayordomo dejó que Marat reciba a una señora en la bañera? Hoy sabemos que Corday fue amante de Marat y que muy probablemente sus intenciones habrían estado más en  vengar cuestiones amorosas que en cuestiones políticas. También tenemos el testimonio del mayordomo, que asegura que Corday realmente tenía una lista para entregar. El sirviente añadió que hubo una discusión antes de la fatalidad.

David pintó el retrato de su amigo muerto en la bañera y ella es omitida de la tela. Sin embargo, en la lista que Marat sostiene en la mano figura claramente el nombre de la asesina: ¨Corday¨, que acompaña otro nombre, el de su víctima. La pregunta siempre creó paradojas: ¿La lista es la que le entregó Corday o es la que estaba escribiendo Marat? Bajo los nombres propios hay un texto que reza; ¨es suficiente que yo sea muy desafortunada (malheureux) para tener derecho a tu benevolencia¨
La tela fue inmediatamente muy famosa y muy celebrada por los revolucionarios. Discípulos de David hicieron copias y las distribuyeron por toda la república.
Prontamente declinó el terror entre los franceses y los amigos de Marat tuvieron problemas. También sus discípulos, quienes probablemente sólo rendían pleitesía a su maestro reproduciendo sus obras. David prefirió callar, salvar su vida, postergar su arte. Todas las versiones de La muerte de Marat que no fueron a la basura fueron escondidas.
Con el advenimiento de Napoleón las pinturas volvieron a la luz. Se sancionó a una del montón como la original, la que habría realizado el maestro, aunque sabemos que David sólo quería ya olvidar a Marat y que se acomodaba rápidamente a las nuevas amistades (por ejemplo, pintando cuadros de Napoleón y obligando a sus discípulos a reproducirlos. Con el tiempo también olvidaría con prontitud al corso). En una de las tantas versiones leemos ¨desafortunado¨ (malchanceux) en lugar de ¨desafortunada¨ (malheureux). En otras desaparece el nombre de la asesina y en otras la del asesinado. 
Hoy no sabemos a ciencia cierta cuál es la pintura original de David. Los estudiosos examinan la tela desde muchos enfoques, pero particularmente desde las letras que contiene la lista. Grafólogos de todo el mundo se han esforzado por dilucidar el misterio.
Pero hay otro misterio: si la lista que contiene el nombre de la asesina es obra de Corday o de Marat. En el primer caso, la señora se adicionó a una lista de guillotinados y, efectivamente, fue guillotinada. En el segundo caso, Marat habría incluido en la lista el nombre de su verduga. En cualquiera de los dos casos hay un juego especular entre víctima y victimario. (Y por supuesto, hay una tercera posibilidad, intelectualmente menos estimulante: que la lista la hubiese confeccionado el mismo pintor, según las contingencias de la política.)
Sabemos que Cortázar frecuentó la versión de la obra que está en una pared de Versalles. También sabemos que esa versión es una entre tantas y que Cortázar lo sabía. Entendemos que Cortázar se pudo inspirar en las versiones de La muerte de Marat para escribir más de una versión de su cuento. Y arriesgamos que, por lo tanto, Cortázar bien pudo haber escrito lo que acabamos de contar.






domingo, 27 de marzo de 2016

La ruta del horror

    La anécdota es conocida. Sarmiento llegó en un modernísimo tren a la ciudad de Fraile Muerto, en Córdoba. No le gustó el nombre—aseguraba que no podría progresar nunca una ciudad nombrada así— y pidió que lo cambiaran por el apellido del primer habitante británico del lugar. Desde entonces la ciudad llama Bell Ville, o sea, la villa del señor Bell.
El nombre de un pueblo habla en un triple sentido: el primero es el sentido naturalizado, por el cual ya nadie se plantea cómo es posible que—por ejemplo—Buenos Aires se llame así. Sólo quedamos desconcertados cuando se traduce a otro idioma y un gringo nos interroga y reparamos en que es cosa rara y nada obvia la nomenclatura de nuestra ciudad capital. Para responder a ello, es necesario apelar al segundo sentido, el sentido culto. Más allá de la raíz religiosa del nombre, es necesario saber que el motor que traía a los españoles era el viento en las velas, los aires, que a veces eran buenos y a veces no tan buenos. El tercer sentido es el que más me interesa: el sentido estético, el que quiso cambiar Sarmiento rebautizando aquel pueblo. Es, por supuesto, algo meramente subjetivo. Un ejemplo que abusa de la literalidad puede ser la ciudad  mexicana de Hermosillo. (Aunque su nombre se lo debe al apellido de un general bastante fulero).
Estaba en la estación de ómnibus de Retiro cuando anunciaron un servicio a Pampa de los guanacos, Santiago del Estero. Sabía que esta ciudad se encontraba a mitad de camino entre Resistencia y Salta, por la ruta 16. Me dije, ¨la puta,  debió de crecer mucho ese rancherío desde que estuve por allá hará unos 20 años¨. Efectivamente, duplicó su población, cosa que justifica que esa empresa, que antaño no iba más allá de Presidencia Roque Sáenz Peña, hoy se arriesgue hasta ese paraje que yo creía inhóspito y que ya no lo es tanto.  
Entonces me puse a recordar la ruta 16, especialmente algunas ciudades memorables que jalonan su recorrido por Chaco y Santiago. Tenemos—agárrese bien— Pampa del Infierno, Río Muerto, la ya señalada Pampa de los Guanacos, Los Tigres, Monte Quemado y El Pozo. Lo más llamativo es que todas estas nomenclaturas verdaderamente demoníacas están enmarcadas por dos ciudades religiosas: Concepción del Bermejo y Nuestra señora de Talavera. Además, estas tierras están regadas por el Canal de Dios.
Si uno se fijara solamente en los nombres se trataría de un viaje de ida y vuelta al infierno. Pero igualmente da si atendemos a las temperaturas, que pasan holgadamente los 50 grados, o a la falta endémica de agua, o a la pobreza estructural de todos estos pueblos.

¿Qué hacer? ¿La Gran Sarmiento? Pensándolo bien, no me parece una buena idea. Lo que singulariza a estas poblaciones es precisamente su nomenclatura excéntrica, inolvidable.  Además, de cambiarlos, se corre el riesgo de que las bauticen con el apellido de un general, de una virgen o de un presidente, que siempre tienen sabor a nada.  No siempre vamos a contar con la originalidad de Sarmiento que, en el sur de Córdoba bautizó algunas ciudades con el nombre de sus amigos personales: Laboulaye, Vicuña Mackenna y General Levalle (los dos primeros políticos e intelectuales extranjeros de fuste).

viernes, 25 de marzo de 2016

WASP


Uno no siempre tiene la cabeza donde tiene que estar. Einstein desentrañaba  los secretos del universo mientras realizaba trabajos burocráticos.  Asimov no sabía nunca donde se encontraba—por ejemplo en el cumpleaños de su hija—porque estaba pensando un nuevo argumento. Carlos Rey, poeta y amigo, piensa sus versos mientras pasea por las góndolas de las mayonesas.
También es cierto que muchas veces asociamos libremente y que, como saben los psicólogos, la asociación libre nunca es tan libre pues está condicionada por múltiples factores, como las mayonesas o los cumpleaños. Entonces podemos estar pensando un poema gauchesco cuando vemos en la góndola la Taragüi.
Estaba con un amigo viendo pasar a las Madres de Plaza de Mayo, que desfilaban ante miles de personas en una nueva conmemoración del golpe del 76. Le digo: ¨Estaba pensando en WASP...¨. Me miró, pero me agregó con la mirada que no entendía por qué yo querría interrumpir el solemne momento con eso.
WASP es una banda fundada a comienzo de los 80, muy exitosa hace 30 años. Su cerebro—de alguna manera hay que decirlo—era y es Steven Duren, un tipo con cara de gato y de aspecto desagradable con una inclinación muy marcada a lo macabro. Steven tuvo una idea genial antes de fundar la banda, tal vez entre papeles burocráticos. Como fanático de KISS se dedicó a armar su figura escénica  como una fusión entre el aspecto y la actitud nabo-gótica de Gene Simmons y los movimientos gay-dancer de Paul Stanley.  Sin embargo, a Steven nadie lo conoce por su nombre real, lo conocen  por su seudónimo, Blackie Lawless, que se puede traducir como ¨Negro sin Ley¨. Esto no sería nada raro sino fuera porque W.A.S.P. es el  acrónimo inglés para «Blanco, Anglo-Sajón y Protestante» (White, Anglo-Saxon and Protestant). Y el mismo Blackie es muy blanco.
Todo en WASP parece calculado, hasta las contradicciones. Sin embargo, sus letras siempre atacaron aspectos que no tienen nada que ver con el color de la piel. Ellos estaban preocupados por exteriorizar su misoginia, su odio por las mujeres.
Las bandas piensan en su público y WASP se orientaba al sector de pibes de 12 a 16 años, preadolescentes. Cuando yo era pibe los amaba. Era re heavy re jodido y me deleitaba con la música de WASP. Pero especialmente con sus recitales, que leía (sic) en la revista Metal o veía en la casa de algún amigo con poder adquisitivo como para tener un videoreproductor. Invariablemente en algún momento del concierto—y perdónenme la expresión—Blackie atacaba su parte actoral. Desvestía a una mina encadenada o atada a un potro o crucificada y, ante el pedido desaforado de sus fans, le cortaba el cogote con una cimitarra o le encajaba un hachazo en el medio del pecho. Luego se disponía a chupar la sangre que brotaba.
Claro, si KISS tuvo problemas por pisar pollitos, imaginen la suerte  que tuvieron los WASP. Tuvieron que dejar de realizar actuaciones de ese tipo y se dedicaron solo a componer—(?)—, y perdieron toda su audiencia.
Cuando fui creciendo empecé a advertir cosas raras. En el público heavy nunca hubo minas. Éramos re machos y tachábamos de ¨putos¨ a los amantes de, por ejemplo, Soda, banda que nosotros también escuchábamos, pero a escondidas. Y nos daba bronca porque entre ellos había mucho más levante que entre nosotros, que andábamos casi todos sin novia. Entonces caí en la cuenta: Esa mina que Blackie torturaba era la única del estadio…
¨Te das cuenta, le dije a mi amigo, era una especie de resentimiento de mal cogidos, porque esa mina era única,  no había otra. La veíamos a la distancia y creíamos que, de alguna manera, nos apropiábamos de ella al ver como la torturaban.¨ ¨Si—me  respondió—  ella era la única mina del estadio, y vos sos el único boludo en toda la plaza que está pensando en WASP.¨

Sin Chori y sin Coca

Me gustan las multitudes. Son mi droga. Me sumerjo en  Dionisos, pierdo mi identidad, me identifico con los otros.  Fui hincha de Boca, de River, de Racing, del Rojo, de Quilmes, de Budweiser, del bombo y de la cacerola. Recupero mi identidad cuando me saco la gente de encima. Nunca me casé con nadie. O tal vez me casé con todos.
Tengo vergüenza de haber estado en alguna manifestación, como en una de gerontes del partido Comunista que no bajaban de los 70 años. Pero vergüenza y miedo solamente en la de Blumberg, en la que caí de casualidad. (¡Oh, sí; yo hacía cualquier cosa por ella!). No me asustó el ruido sino el silencio, las velas, el perfume, el odio y la ceguera. Y no me arrepiento de haber estado en las mejores.
Las mejores son las que resultan un muestreo de toda la sociedad o donde se dirimen cosas importantes, como en el traslado del cadáver de Perón a San Vicente o el traslado del cadáver de Fernando de la Rúa en helicóptero. Son esas en que uno siente que está pasando algo, no esas que vemos cuán unidos estamos. Recuerdo una de apoyo a la democracia en mi tierna infancia. Estábamos todos para lo mismo, pero todo el mundo a las trompadas. Dicho rápidamente: sin hinchada visitante no hay partido.
Ayer  fue una reedición de lo que pasó el 9 de diciembre, cuando se despidió Cristina. Es verdad que la movida de este 24 de marzo excedió al ámbito K, pero en lo esencial fue más de lo mismo. No hubo negrada, no hubo chori ni coca. Éramos todos de clase media. (Y la misma memoria pareció ser cosa de clase media).  La composición social de los manifestantes se asemejaba peligrosamente a las marchas gorilas de la época K. Probablemente la única diferencia sea que no había mucho chetaje y que las formas de manifestar eran más copadas que las formas de la derecha. Acá se pisaba el pasto y volaban los papelitos. Pero… ¿dónde estaban los negros?
En la plaza había mucho corazón, muchos ideales, mucho ¨donde dejo el auto¨, pero nada de la Argentina profunda. La ecuación es sencilla. Sin gobierno no hay plata, sin plata no hay aparato, sin aparato no hay bondis, sin bondis no hay negros, sin negros no hay chori.
Yo extraño esas manifestaciones donde los camioneros y los de la UOCRA se trenzaban a las trompadas mientras los estudiantes y la clase media no dejaban de bailar. Aquello era un guiso carrero del mejor, un carnaval para todos y todas. Si el kirchnerismo piensa en volver tiene que saber que sin negrada no hay retorno posible.  (Claro, Macri nunca tuvo negrada y llegó igual. Pero las armas de la derecha son otras. O sino recuerden al FREPASO, que intentó ser políticamente correcto prescindiendo del aparato). Traigan negros. Sin chori y sin coca no hay futuro.

jueves, 17 de marzo de 2016

El Ultimo rey de Escocia

          
El título que adorna esta entrada corresponde a un film del año 2006, cuyo director y guionista poco importan, pero cuyo protagonista principal, Forest Whitaker,  realiza una caracterización genial del dictador ugandés Idi Amin. (¿Qué carajos tiene que ver Escocia con este país africano? Bueno, es una anécdota de la película que no merece el derroche de dos líneas de tinta).

            Lo interesante de la película es constatar como en ella se pueden ver ciertas características endémicas del Estado africano subsahariano, eso que en otros tiempo se llamó, con mayor acierto, el África negra.  A continuación enumero y ejemplifico los vicios de los gobiernos de la región. (Y si no ha visto la película cancele la lectura inmediatamente porque no tiene sentido seguir adelante).

Estado bifurcado: En el film hay varias citas que remiten al estado bifurcado: cuando Idi Amin se presenta, el pueblo lo ovaciona con bailes rituales y portando armas tradicionales, mientras el ejército que lo custodia lo hace con armas modernas. Por otra parte, los médicos curan sólo superficialmente a falta de insumos. Entonces no resulta raro que escuchemos que la gente prefiere acudir al brujo. Además, el mismo jefe de estado dice tener visiones de su propia muerte en sueños, con fecha incluida. Esta simbiosis entre el mandatario y su pueblo nos remite a la…

Personificación o materialización de un pueblo en su gobernante: La voluntad del mandatario se presenta como la voluntad de un pueblo. Él y su pueblo son lo mismo. El pueblo reivindica como propio a todo aquel que se muestre duro, inflexible, como dice el inglés. Mostrarse débil es un tema tabú. Es por eso que el mandatario se siente humillado cuando el doctor escocés lo ve débil. Es por eso que el pueblo ugandés abandona al líder cuando ya no tiene poder de mando. También en esta línea está la imposibilidad de decir NO. No solo el gobernante no soporta que le lleven la contra, sino que dice que no era su voluntad asumir el poder sino que el pueblo se lo pidió y él no pudo negarse. Quizás el corolario más esclarecedor de esta simbiosis sea el hecho ostensible de que a este gobernante  nunca recibió amor, como su pueblo, razón por la cual se apasiona por el joven médico, que es el único que siente que le brinda afecto. Y, por si faltaba algo: Amin es de origen muy humilde, como él mismo comenta, y por lo tanto es una acabada expresión de sus propios gobernados.
Cleptocracia; En la ostentación, que en África es endémica como muchas enfermedades, se ve muy clara en la cleptocracia. Todo el fasto está puesto al servicio de la clase dirigente. Como que da envidia…
Nepotismo y dedocracia: El nepotismo está aludido en el hecho de que el médico es considerado explícitamente como un hijo por Amin. Por otra parte, está muy subrayado el empleo de la dedocracia, palabra que existe, al punto de que mi computadora la acepta.
Negligencia: Esta muy clara. Las más altas obligaciones de estado son delegadas en un médico extranjero.
Estado fallido: como forma de evitarlo, quien tiene eventualmente el monopolio de la fuerza intenta homogeneizar la población, en este caso expulsando a los hindúes (perjudicando grandemente la economía) o practicando una limpieza étnica eliminando otras tribus.

Otros aspectos del film
El doctor escoses desconoce el valor del ganado entre esas gentes, que “Viajan como animales”
Se habla de la “Armada de Uganda”, no es un chiste. El gran lago Victoria es geopolíticamente muy importante y da a muchos países vecinos.
La diferencias de moralidad: La mujer británica está muy preocupada por no sucumbir al adulterio, pero ¡Amin tiene 3 esposas!
Kampala, donde reside la clase política, presenta un aspecto muy vanguardista, muy opuesto al resto del país.
Amin, en privado, confiesa que lo pusieron los ingleses. Los nombres de sus propios hijos de hecho son muy británicos.
Uganda ciertamente puede ser considerada “cuna de la humanidad”, pero se hace uso de ese dato como demostración de hasta dónde puede llegar la manipulación histórico-geográfica.

Lo que más desearía es chequear cual ha sido la recepción de la película en el África negra, porque sospecho que en algún país se habrá estrenado. Cómo la interpretan o qué tienen para decir. Lo mismo que seguramente pasó por la cabeza de más de un inquieto cinéfilo yanki cuando por acá (no) se estrenó Evita, interpretada por Madonna. A mi me da vergüenza ajena recordarlo. Y eso que soy argentino. 

domingo, 28 de febrero de 2016

Bendito seas querido Papa


Macri fue a ver al Papa. El sumo pontífice no tuvo mucha onda con el presidente y su esposa, que fue ataviada con algo que recordaba al luto de Cristina. Según El país de Madrid, Bergoglio  se cansó de que lo usaran políticamente en Argentina y se puso serio. No querría ser víctima de la manipulación política de Macri como antes lo fue de Cristina. La Nación fue más inteligente en su intento de  descalificarlo y recuerda que cuando era arzobispo de Buenos Aires  el ahora Papa se quejó a Macri porque el Pro no hizo más para impedir sanciones progresistas, como la ley de matrimonio igualitario.
Todo cambió  cuando llegó a Papa. La política es el arte de lo posible. En la medida de sus posibilidades siempre se mostró copado con los gays. Incluso un sacerdote del Vaticano confesó ser puto ante las cámaras, y se sabe que esa movida no podría haber sido difundida tan rápidamente sin la venia papal.
La gente más mediocre y los oportunistas creen que las personas cambian espontáneamente. Te dicen: ¨Juan está cambiado¨,  pero no reparan en que, simplemente, no lo conocían lo suficiente a Juan, y que ahora acaso lo conozcan un poco más. Juan no cambió, tal vez lo que cambiaron fueron las circunstancias.
Hacer política es disfrazarse.  Nadie llega a lo más alto si no se disfraza (y cambia de disfraz) un poco. Hitler tuvo que disfrazarse;  Gandhi tuvo que disfrazarse. Tal vez Nestor tuvo que disfrazarse.

Yo no creo en dios y no soy puto, pero creo en las personas.  Bergoglio es el hombre más inteligente de este planeta.  Arriba de Bergoglio  no hay nadie. Sólo dios (al menos hipotéticamente). Ahora puede ser él mismo, sin necesidad de disfrazarse, en la medida de lo posible.  Bendito seas querido Papa.

Parcialmente nublado (Oda a García Cuerva)

El 23 de marzo de 1976, un día antes del golpe, un avión como el de la foto, un Mirage III, se vino abajo al salir de la VIII brigada aérea, en Moreno. No era el primero ni fue el último en sufrir ese destino, pero la fecha hace ruido.
Los Mirage fueron comprados a Francia en los años 70, atendiendo a su buen desempeño en la guerra de los Siete días. Son unas naves hermosas que yo pude apreciar cuando era un niño y creía en el cielo. Eran como un desfile de palomas verdes. Parecían invulnerables, pero se caían (o los tiraban, quien sabe).
Llegó la guerra de Malvinas, se fueron al sur. Murieron 10 aviadores, 2 operando un Mirage.  El Capitán Gustavo García Cuerva fue uno de ellos.
Gustavo falleció un día parcialmente nublado, el 1 de mayo de 1982. Los Mirage partían de Río Gallegos y volaban con el tanque de combustible lleno, pero que sólo les aseguraba una capacidad operativa limitada como para ir hasta las islas y volver. Por eso mismo, realizaban mayormente maniobras de distracción y  pocas veces entraban en combate.
Aquel día García Cuerva y su copiloto, el Teniente Primero Perona, hicieron contacto visual con un Harrier ingles. Tuvieron el bautismo de fuego que siempre soñaron. Respondieron al fuego enemigo. Bailaron en los aires la danza de la muerte. Fueron tocados, pero la nave se resistía a caer. Perona se eyectó, cayendo al Atlántico, siendo recogido poco después por argentinos, desde las islas. Gustavo, responsable de su nave, pensó en salvarla. Volver al continente era imposible: el ballet con el Harrier había consumido el combustible. Sabía que en Puerto Argentino había una pista poco adecuada para un Mirage III, pero se la jugó, decidió arriesgarse, meterse entre las nubes con su avión, buscando las islas recuperadas por las que luchaba y a las que nunca había visto. Los radares dieron con el aparato. García Cuerva pudo hacer contacto por radio con sus compatriotas, avisando que se acercaba. Pero los soldados argentinos acababan de advertir, entre las nubes, al Harrier y todo era confusión. Alguien avisó que el que se aproximaba era de los nuestros. Gustavo debió sentir una extraña emoción al salir de las nubes y ver las islas. Tal vez se olvidó por un segundo de su drama. Tal vez nunca se dio cuanta de su drama personal. Pensó en los otros, en sus compatriotas. La pista era diminuta. Si no aterrizaba bien su carga de explosivos podía matar a varios en tierra. Si el fuego tocaba las municiones o la nave se prendía fuego al llegar, eso sería un desastre. García Cuerva dejó caer las municiones sobre el Atlántico. Los argentinos vieron esto e instintivamente derribaron al avión y a su ocupante.
La historia oficial dice que decidió largar la carga de explosivos sobre el mar para poder bajar a tierra con mayores probabilidades de éxito. Yo creo que nunca pensó realmente en bajar a tierra. Sabía que su destino estaba en el cielo.


En esta página se habla del destino de los Mirage y el de mi héroe.

jueves, 25 de febrero de 2016

Por un Bailando con Cristina


Lamentablemente me crucé con un vecino. Son de esos tipos que en el 2011 te espetaban, ´la gente no es tonta¨ y hoy te dicen ¨la gente es desagradecida¨ (o sea, no es tonta, es mala). ¨Las cadenas de Macri no se pueden comparar a las de Cristina¨, me señalaba el ultra K, reptil de esos que cree que todos deberían pensar como él. ¨Si, es verdad, eran mucho más interesantes, cultas, largas y te dejaban pensando¨, le respondí, fríamente. ¨Es que la gente quería ver a Tinelli, y es por eso que no se bancaba a Cristina¨, sentenció el dinosaurio, para irse contento consigo mismo, pero lleno de rencor con el prójimo.
Comprendo que la gente quiera más a la tele que a Cristina (o a Macri). Sin dudas: ¨¿por qué tengo que verle la cara a Cristina si yo quiero ver otra cosa? ¨ O traduciendo: ¨ ¿ por qué me obligan a dejar de ver la tele que tanto quiero?¨. Si yo fuese el lagarto de mi vecino diría: ¨ ¿por qué no apagan de una buena vez la tele y agarran un libro?¨
                Recuerdo los años de Menem. Pergolini versus Tinelli. El primero era un conductor que explícitamente criticaba al gobierno, era incisivo, trasgresor como el mismísimo mandatario: hacia cosas políticamente incorrectas. El segundo era frívolo, parecía medio tonto y era conciliador: si, también como el mismo Menem. Mientras Pergolini llamaba al presidente intentando demostrar que el turco no tenía huevos para hablar con él, Tinelli  invitaba a los políticos a su programa, se abrazaba con ellos o les tendía una cama o una imitación poco favorable, siempre revestido de la inocencia más pura.
Me tomó años darme cuenta: Pergolini hablaba de política, pero Tinelli hacía política.
La nueva modalidad de la televisión consiste en volver a los 90. En otras palabras, meter la política en los programas frívolos o berretas: chimenteros o magazines. Así nos encontramos a la supuesta amante de Scioli en estos días, que por unos mangos hace su negocio en programas mucho más masivos que  A dos voces o 678.
Inventemos un 678 conducido por un hermafrodita, lleno de concursos, papelitos de colores, serpentina, lenguaje barriobajero, columnistas copados y jurado con mucha teta.
¿Está mal? No. La gente es como es, es un poco lo que mira, es un poco como la tele. Hagamos algo por esa gente. El resto es tonto voluntarismo ignorante y militante.  Y cocodrilo que se duerme es cartera. 

miércoles, 10 de febrero de 2016

Derrida vuelve a morir



Nunca sabemos lo que es la vida. Simplemente vivimos. En el mejor de los casos tratamos de disfrutarla.


Jacques Derrida escribió un texto llamado Aporías. Allí nos habla de la muerte, de muchas formas de morir, de lo ineluctable, del trauma que supone no volver nunca más, del anonadamiento que supone dejar de ser, de la necesidad de que él mismo se muera algún día.
Algún filósofo marcó hace más de diez años, al morir Derrida, ese acontecimiento como una muerte excepcional, la muerte de aquel que había pensado la muerte de una manera tan rica, tan vívida.

El filósofo es recordado mayormente por sus cavilaciones sobre la escritura, contenidas en su texto Gramatología. La idea más fuerte de Gramatología es que todo es texto y la vida misma es un tipo de escritura (hoy). Además. allí cuenta un error; el error de suponer que primero están las cosas, luego la percepción de esas cosas, luego la voz de ese pensamiento (pensamos con palabras) y finalmente la escritura de ese pensamiento. Para Derrida no hay una prioridad de unos sobre otros. Digamos que todo está mezclado.

Sabido es que en los tiempos medievales, y durante siglos, la lectura era en voz alta, independientemente de que el lector se encuentre solo o acompañado. También sabemos que esa eventual compañía, en general analfabeta, se solía deleitar con la lectura del otro, el que sabía leer.

Hoy me encontré con un audiolibro de Derrida: La retirada de la metáfora, del que no entendí una goma, (pero, como siempre me pasa con este autor, inexplicablemente lo disfruto). Los audiolibros son textos que se encuentran en el Youtube (un canal, en principio, de videos), donde se puede escuchar como una máquina (una voz artificial) recita los textos que vemos en la pantalla. Hay audiolibros de muchos autores, como para que entre la ducha y la selección de tu vestuario  puedas disfrutar a Borges o a Cervantes. Además de una vuelta al pasado, en tanto alguien o algo nos lee los libros, esto supone una inversión, porque las analfabetas son las máquinas, no los que escuchamos, (al menos por ahora). (Aclaración: las máquinas son analfabetas no porque no sepan leer, sino porque desconocen que están leyendo, porque carecen de historia de pensamiento y de realidad última: son cosas).

Derrida no llegó, por poco, a conocer esta novedad. Hubiera, sin dudas, agregado algo. Especialmente porque vivimos en una cultura de la lectura personal (aún), donde a muchos se nos hace difícil seguir el curso de lo que recita una máquina, y ni hablemos de jugar con los tiempos de la lectura en un ir y venir por las letras, un repetir o detenerse en cierta oración o párrafo. No abomino de esta novedad. Es más: la celebro. Pero me gustaría que Derrida hubiese vivido para ver esto. Yo siento como que hoy se murió de nuevo. Si, es una metáfora. Y si no entendiste un carajo de lo que acabo de decir espero que al menos lo hayas disfrutado.



lunes, 8 de febrero de 2016

Alienación y fetiche

      
Lucia paga 200 pesos para ver una obra de teatro.
En el escenario se encuentra Mirta, que finge ser Desdémona, con un vestido que es muy bello.
Lucia parte del teatro con el vestido de Mirta/Desdémona en su corazón.
El traje de Desdémona fue confeccionado por bolivianos en un taller clandestino.
Lucia ingresa en un Shopping  y, en un local, bajo reflectores, como en un escenario, encuentra el vestido de Desdémona, que porta un maniquí.
Lucia paga 200 pesos por la prenda.
Un empleado que gana 200 pesos al día vuelve a vestir al maniquí, porque un maniquí desvestido llamaría la atención de cualquier cliente, que son cosas parecidas a las personas. 

viernes, 5 de febrero de 2016

Los dibujitos filosóficos

Cuando era pibe me enseñaron que los dibujos animados eran un nido de violencia. El coyote y el corre caminos o Tom y Jerry  eran malos ejemplos que invitaban a los chicos a partirle la cabeza al vecino. El mundo iba de mal en peor por culpa de estos entretenimientos. Los medios se hacían eco de semejante teoría. Aprendieron. Hoy solo a un despistado se le puede ocurrir que eso pudiera ser así. No hay más  violencia ahora que hace 30 años.
                Los dibus hoy cambiaron. Mi pibe mira Gumball, Tío Grandpa, Phineas y Ferb. Son una maravilla, llena de filosofía, sociología y magia. Como ese capítulo de Gumball (que dejo al final de estas líneas) donde se problematiza el sentido de la vida.
                Es mucho más intelectual cualquiera de estos dibus que las masivas estupideces que consumen los adultos. Y lo que es peor, que las estupideces que nuestros niños terminarán consumiendo en su adultez .¿Qué pasa en el medio? ¿Qué oscura fuerza obra entre la niñez y la mayoría de edad? La sociedad, la familia, los ritos estupidizantes, los prejuicios, regar el auto todos los domingos, pensar como la mayoría, ser esclavo de las costumbres, 1984, mirar a Tinelli, las conferencias de prensa ofrecidas por jugadores de fútbol que no dicen nada de nada, el snobismo, la mala música, el morbo, las redes, la merca, el super, la escuela que anula el sentido crítico, Rial, la bulimia,  el deme dos, el conservadurismo, tratar de emular a papá…
                Aunque estos dibujitos, masivos y muy mirados por los niños, no van a hacer de ellos seres más inteligentes ni más tontos, ni más violentos ni más pacíficos, de lo que quedamos nosotros después de Tom y Jerry, algo al menos podemos hacer desde ahora: mirar con ellos estas joyitas. No dejarlos solos.

El increíble mundo de Gumball, capítulo: La pregunta:
                http://www.dailymotion.com/video/x2igq72

El verdugo (Cuento)


Pobre mujer. Le cortaron la cabeza. No se resistió. ¿Cómo podría haberlo hecho si ya no tenía fuerzas? Sobre la sangre aún caliente, el Líder miró al público. Cinco mil personas se pusieron a aplaudir, con rabia. Era un calvario. Un infierno. No había lugar para gente tibia y gris.
 A nadie se le hubiera ocurrido dejar de aplaudir. Era lo mismo que delatarse como enemigo o mostrar inconformidad. Los aplausos llegaban desde todos los sectores, se elevaban como gritos espeluznantes. La histeria colectiva iba en aumento. Dos, tres, diez minutos. Los aplausos eran aún más ruidosos que al comienzo. ¿Quién se podía animar a bajar los brazos? Uno se paró. Se pararon todos. Alguno se animó con un ¨bravo¨ a todo pulmón. Muchos lo siguieron. Finalmente todos lo siguieron. ¡Bravo!, ¡bravo!  El sonido característico del aplauso, que se parece al de la lluvia, se mezcló con los truenos de los miles de ¨bravos¨. Una tormenta de lujuria demoníaca tomó el recinto. Un osado, lleno de obsecuencia irrefrenable,  se animó a intercalar piropos entre los ¨bravos¨: ¨Líder sos mi vida¨, ¨Líder te quiero¨, ¨Líder, sin vos no somos nada¨.
Con el correr de las horas, los piropos cesaron, los ¨bravos¨ fueron disminuyendo, pero nadie dejaba de aplaudir. Permanecían de pié. Paraditos eran indistintos, pero si alguien se hubiera sentado se hubiese destacado del resto, lo cual era algo impropio, salvo para el Líder. Así que el aplauso continuó, aunque un poco atenuado por el cansancio.
 Quien nunca aplaudió mucho y sin parar no sabe el ejercicio fenomenal que eso supone. Lo primero que te duele son los hombros. Ellos son los culpables de que los codos quieran bajar. Cuando no te queda otra, bajás los codos y eso distiende los hombros. El problema es que seguís aplaudiendo, pero nadie te ve, porque ocultás las palmas a las espaldas del que tenés inmediatamente adelante. Entonces elevás la potencia de tus aplausos para que nadie sospeche nada, con el consecuente derroche de energía que eso implica. A la hora y media, las palmas están rojas como una braza prendida y los huesos de la muñeca, que son muchos, piden paz, y los dedos se quejan como escarbadientes entre las muelas, y el sudor invade tus brazos, y no podés tomar agua porque dejarías de aplaudir, y el hedor de la transpiración acumulada apesta, y vos seguís aplaudiendo. Pero, ¿hasta cuándo?
Un señor mayor, vencido, rendido, dejó de aplaudir. Solito subió al escenario y solito metió la cabeza en la guillotina, así que yo no tuve que hacer nada. 
Sin embargo, ahora entre los aplausos faltaban cuatro palmas: las dos de la mujer y las dos del anciano. De modo que la tormenta era mucha, pero no tan masiva. Además, todos estaban bastante cansados.

El tiempo transcurrió y en el público sólo queda un espectador. ¡Si si!: ¡Sigue aplaudiendo! En tanto, yo continúo sin hacer mi trabajo, porque ni a uno sólo se le ocurrió resistir ante la guillotina. Mejor así. Hubiera tenido que dejar de aplaudir. 

miércoles, 6 de enero de 2016

Jardines de infantes



El sur de la Rioja es tierra de pocos. A esa parte de la provincia se la conoce como Los Llanos. Nunca hubo mucha gente, pero siempre fue una región conocida por su historia. Tierra de caudillos, de allí son Facundo, el Chacho y, por adopción, Varela.  Un  lugar carente de agua de vida y de personas.  Y si alguna vez fue tan importante en nuestra historia es porque en el siglo XIX todo nuestro país era un desierto.
Desde el comienzo Los llanos fueron poblados por tres o cuatro familias: los Ávila, los Tello, los Vera, los Vallejo  y los Peñaloza. Con el tiempo hubo unos pocos más, como los  Quiroga. De esta manera, no era raro que se casaran entre ellos. Así encontramos infinidad de apellidos compuestos como Ávila Peñaloza, Tello Vera o Tello Ávila.  Es el caso de Ricardo Vera. Ricardo se había casado con su prima hermana, Benaranda Vera. Muerta esta, insistió en casarse con otra de la familia, Teodosia Tello.
El ya nombrado Chacho Peñaloza no necesita presentación. Fue un caudillo arriesgado que quiso enmendar la fatalidad. El mundo había cambiado y él defendió la causa perdida. Cuando se vio acorralado se entregó a un paisano amigo y vecino: Ricardo Vera, pensando que de esa manera  iba a evitar un escarmiento ejemplar. Pero el incestuoso (tal vez interpretando correctamente los nuevos tiempos) lo entregó para que sea ejecutado.
Rosario Vera Peñaloza, de la familia del traidor, de la familia del traicionado, hija  de Los Llanos, fue la famosa pedagoga que fundó jardínes de infantes por todo el país. Para eso, se vio obligada a salir de su provincia. Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos la abrazaron.  En 1950 fue invitada a La Rioja, con 77 años encima, para la inauguración de un jardín que fue bautizado con su nombre. Se descompuso. Murió en los brazos de su doctor: Jorge Vera Vallejo. Nunca se casó. Seguramente tuvo millones de hijos. 


martes, 5 de enero de 2016

Pensar como ellos


Hay que adelantarse. No se trata de exclamar sorprendido, ¨ ¡oh, como se las habrán ingeniado para robar el banco!¨; ni se trata de llegar siempre último, ¨a mí nunca se me hubiese ocurrido¨; o de ser la ingenuidad en dos patas, ¨¿cómo puede ser posible?¨ No se trata de ser chorro, forro o garca, sino de pensar o intentar pensar como lo harían ellos bajo ciertas circunstancias. Hay que disfrazarse de chorro para entender al chorro; hay que ponerse en la piel del forro para comprenderlo; hay que mimetizarse con el garca  para anticipar su jugada.
La sociedad— tanto ese termómetro de la clase media que se llama opinión pública como, muy especialmente, los sectores más pobres—, está reclamando seguridad, mano dura, más canas en las calles, más comisarías en los barrios, más patrulleros, más leña y más gorra. No se trata de que me guste o no me guste. Es así. Entonces: ¿qué haría usted si fuese Macri o Durán Barba?
Para que la opinión siempre voluble del pueblo todo no se disipe de un día para el otro es necesario un relato, una historia conmovedora como la de los Kirchner, pero al revés. Yo que ellos pondría documentales que muestren como en los setenta los Montoneros y el ERP boleteaban policías y milicos a lo loco. Les haría reportajes a sus familiares. Pondría en el mismo plano a un montonero y a un ladrón de gallinas. La asociación es clara y la gente asocia acríticamente: seguro que funciona. El tono debería ser menos estridente, acorde con un gobierno de perfil gerencial. Nada de altavoces. Canal 13 y TeleFe llegan más lejos que cualquier parlante.
Por eso mismo no me sorprendió comprobar que el programa de pseudohistoria que conduce el buenazo de Felipe Pigna se sigue dando en Canal 7.  Se trata de repeticiones de programas ya dados durante los K. Sin embargo, no repiten indiscriminadamente. Discriminan: este sí, este no. Ya pasaron 2 veces (tal vez más) el capítulo sobre Frondizi y el desarrollismo, atendiendo seguramente al hecho cierto de que Macri mencionó en su discurso de asunción a aquel mandatario y a que se viene presentando como un epígono del desarrollismo. (Sí, en el XXI).   Pero también repiten los capítulos donde aparecen montoneros matando a policías y a milicos. (Ya vi como lo mataron a Aramburu como tres veces). Y me estoy cansando de repeticiones. Es más, espero los nuevos capítulos, sin Pigna, que ya están por venir. Porque si hay algo insoportable es escuchar a un historiador adjetivar a cada comentario, orientando así la opinión de su audiencia, que por eso mismo la supone una manga de estúpidos insalvables que no pueden pensar por sus propios medios.  Al menos en esto: cambiemos.
El otro día pasaron (no puedo evitar ver esto porque lo ven mis papis en la cena) sobre el cadáver de Eva, su paseo por el mundo,  su entierro en Italia, la iglesia, las negociaciones y su final aparición. Remataban el asunto con la vuelta al país de los restos durante el gobierno de la otra mujer de Perón. Pigna se mofaba de la oligofrénica comentando que López Rega intentaba transferir la fuerza del cadáver de Eva al cadáver cuerpo de Isabel. Pero el historiador mediático omitía algo que un Durán Barba nunca dejaría de lado. Bien asesorada, la presidenta hizo traer los restos de Evita porque Eva estaba identificada con la tendencia, o sea, con montoneros. Mientras López Rega les metía bala a los montos esperaba que la gente identifique a la débil Isabel con el tanque de Evita. De modo que, de una u otra manera, finalmente el espíritu de la finada intentaba ingresar al cuerpo de Isabel, (infructuosamente, como ya sabemos).  Luego, Pigna termina hablando de los milicos. Ellos, comenta, no sabían qué hacer con el cadáver y se peleaban como niños, hasta que decidió Videla entregar el cuerpo a la familia de Eva. Pero esto tampoco se le escapó al Durán Barba de aquel entonces. Los milicos estaban haciendo desaparecer mucha gente y la entrega de un cadáver era un buen gesto, máxime si tenemos en cuenta que por la misma época hacen desaparecer el cadáver de Santucho.
Pigna, y todos los de su calaña, nunca intentan pensar como lo harían sus ¨enemigos¨. Los Durán Barba, sí.  Y yo no puedo admirar a Pigna. 

Nota: Cristina tuvo sus Duranes Barbas. Pero hace más de un año que no se sabe nada de ellos.
Nota 2: Una de las razones que me disparó a escribir esto es una biografía de San Martín (La voz del gran jefe) escrita por Pigna. Una insensatez.