domingo, 30 de octubre de 2011

Alguien pensó en los albinos (Teatro)

Alguien pensó en los albinos.      
                                                                              De José Leandro Bao.

Personajes: 6 (seis.)
MINISTRO.
SECRETARIA. (Laura.)
EDECAN. (Mauro.)
POLICIA.
SILVIA.
ANCIANA.


                                Escena Primera.
                                                                
(Una oficina. Sobre el escritorio se lee “Ministerio de planeamiento”. Es mediodía.)
(Ministro. Luego Secretaria y Edecán.)

SECRETARIA __ (Entrando.) Perdón, creo que me equivoqué.
MINISTRO __ Venga para acá, Laura.
SECRETARIA__ ¿Señor Ministro?
MINISTRO__ El mismo.
SECRETARIA__ Parece otra persona.
MINISTRO__ Me hice unas cuantas cirugías en el rostro. Me achiqué la nariz, me estiré la piel, me aplasté las orejas y me agrandé los ojos. No soporto la gente fea.
SECRETARIA__ Si me permite: le queda muy bien esa cara.
MINISTRO__ Gracias; se elegir. Me paso la vida pensando en el prójimo. Era hora de que piense también en mí.
EDECAN__ (Entrando.) Buenos días, Señor ministro.
MINISTRO__ Veo que no ha tenido problemas en reconocerme.
EDECAN__ Usted podrá cambiar de cara, pero no de oficina.
MINISTRO__ Eso es lo que vos creés, Mauro. Pero tarde o temprano cambiaré de oficina y de muebles. No soporto que se piense que hay algo en este mundo que yo no pueda cambiar… Se acabó el recreo: ¡a trabajar! Quiero que me den sus opiniones sobre el ambicioso proyecto que tengo en carpeta.
SECRETARIA__ ¿Cuál de todos?
MINISTRO__ El de las rampas para sillas de ruedas. Vamos a construir la rampa más grande jamás realizada.
SECRETARIA__ Es que quizás no sea lo más apropiado…
MINISTRO__ ¿Qué no es apropiado?
SECRETARIA __… en el cerro Aconcagua.
MINISTRO__ Vos pensás así porque tenés unas piernas muy lindas. Pero, ¿Qué dirán esos miles de compatriotas que viven sobre una silla?
EDECAN__ No voy a negar las piernas de Laura, pero los que se sostienen sobre una silla son comparativamente pocos, señor Ministro.
MINISTRO__ No son pocos, son miles.
EDECAN__ Bueno, miles. Pero, ¿Cuántos de esos miles desean subir al Aconcagua con su silla?
MINISTRO__ Basta con que haya uno, y estaremos cumpliendo un sueño.
EDECAN__ Pero… Si me permite…
MINISTRO__ ¡No te permito, Mauro!. Si son tan inteligentes porqué yo soy  el ministro y ustedes mis asistentes.
EDECAN__ (Irónico y resignado.) No se puede negar que es un proyecto ambicioso… cumplir un sueño.
MINISTRO__ Esto pasa porque en el congreso los que sancionan las leyes no son discapacitados. (Le tiende una hoja al edecán.)
EDECAN__ ¿Qué es esto?
MINISTRO__ Es un proyecto de ley para fijar un cupo mínimo de discapacitados en la cámara baja. Así, ellos mismos apurarán las leyes que los favorecen.
EDECAN__ ¿Eso incluye a los mogólicos?
MINISTRO__ No se dice “mogólico”.
EDECAN__ Pero los incluye o no los incluye.
MINISTRO__  No hay que subestimar a nadie.
                                                              

Escena Segunda.
                                                              
                                                               (Misma oficina. Es de noche, las 21, quizás.)
(Ministro. Luego Secretaria y Edecán.)

(El Ministro está solo, se ha quedado dormido sobre sus brazos. Se despierta. Su vista se encuentra con uno y dos foto-retratos que están sobre el escritorio. Los toma y los observa. Luego para justo enfrente el más grande. Cruza los dedos y manteniéndolos sobre la mesa apoya el mentón sobre ellos. Se ensimisma en la contemplación del retrato y termina por mostrar una sonrisa nostálgica.) (Entra la secretaria—la puerta está abierta—y se detiene en la contemplación de la escena. Se acomoda el pelo y se abre el tajo de la pollera para enseñar un tanto las piernas. Muy sensual, camina dos pasos hacia el escritorio.)
MINISTRO__ (Colocando mecánicamente el retrato boca abajo, malhumorado al verla acercarse.) ¿Qué pasa, Laura? ¿No le enseñaron a golpear la puerta?
SECRETARIA__La puerta estaba abierta.
MINISTRO__ Para golpear la puerta da lo mismo que esté abierta o cerrada. ¿Qué quiere?
SECRETARIA__ Me preguntaba si usted no deseaba algo.
MINISTRO__ Si: un café. (La Secretaria, evidentemente ofuscada da media vuelta y se marcha. El ministro le mira las curvas cuando se va. Antes de que salga:) ¡Laura!
SECRETARIA__ (Se voltea, ilusionada.) Si.
MINISTRO__ Dos de azúcar. (Sale Secretaria. Deja la puerta abierta.) (El ministro vuelve a observar los retratos.)
EDECAN__ (Entra. Mira la escena y sale, cerrando la puerta. Golpea la puerta.)
MINISTRO__ Pase. (Edecán entra.) ¿Desde cuando golpea la puerta?.... Y, dígame, ¿que novedades hay? ¿Han sacado alguno de mis proyectos?
EDECAN__ (Leyendo.)Varios. Desde hoy los geriátricos serán gratuitos.
MINISTRO__ (Acotando.) Pobre viejos, no ganan nada. (Mismo juego en las próximas réplicas.)
EDECAN__ Los granaderos no volverán a pararse firmes.
MINISTRO__ Hace mal para la circulación y después terminan llenos de várices.
EDECAN__ El idioma de los indios Wichis será de enseñanza obligatoria en todas las escuelas.
MINISTRO__Siga
EDECAN__ Los partidos de fútbol sólo podrán terminar en empate.
MINISTRO__ Y así erradicaremos la violencia en los estadios.
EDECAN__ Los policías usarán garrocha.
MINISTRO__ ¿Los policías usarán garrocha?
EDECAN__ Si. ¿No se acuerda? Unos policías no llegaron a tiempo para evitar el robo en un segundo piso. Entonces usted propuso que usaran garrocha.
MINISTRO__ (Pequeña pausa.) ¿Algo más?
EDECAN__ Si: el congreso está lleno de mogólicos.
MINISTRO__ Perfecto. (Silencio. Se pasea de un lado a otro, preocupado.) ¿Y qué opina la gente de mi gestión?
EDECAN__ En general está muy conforme. Aunque nadie puede explicar muy bien porqué.
MINISTRO__ Es que no me ocupo de todos, sino de cada uno de ellos. En los lugares más insospechados puede haber alguien padeciendo injusticia. Hasta los lugares más distantes llego  yo con mis planes.
EDECAN__ Mas bien parece que la gente respeta en usted la eficiencia, la rapidez, el tesón y el trabajo, pero… si me permite…
MINISTRO__ No te permito, Mauro. Es hora de trabajar. Manos a la obra. (No hace nada y luego de una pausa vuelve a pasearse preocupado.)
SECRETARIA__ (Entra y se queda a la expectativa, con el café en la mano. El silencio es tan embarazoso que la secretaria tiene que hablar.) ¿Necesita ayuda?... ¿Llamo a los asesores? (El Ministro hace un gesto negativo.)
EDECAN__ (A la Secretaria, aparte.) Parece que el Señor ministro se ha quedado sin proyectos.
MINISTRO__ (Luego de un silencio.) ¿Alguien pensó en los albinos? (Los otros dos se miran interrogativamente entre sí.) (Con afectada profundidad.) Son esas personitas de pelo muy blanco y de piel muy clara. Suelen tener problemas con la vista. Evitan el sol de la misma manera que nosotros evitamos los insectos y los cementerios. Si son expuestos por más de diez minutos a los rayos es probable que terminen evaporados. (Abstraído.)  Esa piel es la seda más delicada, el vestido más sutil, el material con el que están hechos los ángeles… ¡Oh, y esos ojos!, los redondos frutos que el mismísimo Edén envidiaría… Esas criaturas de dios aman las sombras, los refugios y las estrellas.
SECRETARIA__ (Ante el embarazoso silencio, habla.) ¿Qué piensa hacer?
MINISTRO__ (Que sale como de un sueño.) ¿Eh?...
EDECAN__ (Irónico.) ¿Qué piensa hacer con los Ángeles?
MINISTRO__ (El edecán se dispone a anotar en su carpeta. Se debe notar que improvisa.)… Levantaremos galpones en los límites de la ciudad. Hasta allí llevaremos a estas blancas palomitas para que puedan interactuar sin la perturbadora presencia de la luz. Vivirán sobre algodón para evitar daños en la piel. La temperatura  interior de los galpones será de unos 20 grados y no variará jamás. La comida será abundante. No existirá el trabajo allí adentro, no podemos darnos el lujo de arriesgar esas delicadas pieles. Un ejército de profesionales será convocado para cuidar de ellos. Haremos uso de todos los medios para protegerlos.
EDECAN__Señor Ministro, ¿no le parece demasiado?
MINISTRO__ ¿Qué parte?
EDECAN__ (Irónico.) La de los galpones.
MINISTRO__ No me parece demasiado cuando de combatir una enfermedad se trata. (Pausa.) A propósito. No quiero que se vuelva a mencionar este asunto como “una enfermedad”. Es ofensivo y denigrante para con las personas que la padecen. De aquí en adelante nos referiremos a esa enfermedad... a ese problema... a ese (no encuentra la palabra)... en fin, a ese tema como si se tratase de algo noble y saludable. (Pausa. Luego, como pensando en voz alta.) Acá el único enfermo es el sol.
                                                              




Escena tercera.

(Misma oficina. Es de noche, de madrugada.)
 (Ministro. Luego Secretaria y edecán.)

(El ministro vuelve a aparecer dormido, pero esta vez despatarrado, tirado sin ningún recato sobre la mesa, que está llena de tasas vacías de café. Algunas de las tasas tiene marcas de lápiz de labios.)
(Entra la secretaria con una taza de café. Como nota que el otro duerme toma unos sorbos. Se acerca con cautela al escritorio y mira con curiosidad los retratos. El ministro se mueve. Cuando termina de despertarse se encuentra con la mirada furiosa de Silvia.)
SECRETARIA__ (Señalando un retrato.) ¡¿Qué tiene ella que no tenga yo?!
MINISTRO__ (Se sorprende. Luego:) Todo. Absolutamente todo.
SECRETARIA__ Pero es que yo no puedo ser menos que ella…
MINISTRO__ (Interrumpiendo.) Laura, ni lo intentes. Mis lealtades no son solo políticas. (Sale Secretaria, furiosa.)
EDECAN__ (Entrando apurado.) Señor Ministro, me temo que su ayuda a los albinos tiene que terminar. Están hacinados en galpones de los suburbios, viviendo en pésimas condiciones. Odian el color blanco. No quieren ver a otros como ellos y agregan que están condenados a tener hijos albinos. Además los dermatólogos han relajado la disciplina y ya no los atienden. Afirman que no necesitan atención porque ya no son afectados por el sol.
MINISTRO__ (Impostando la voz, luego de una pausa hecha intencionalmente. Se debe notar que hace filosofía barata.)  Mauro, me he equivocado. Y quiero que aprendas una cosa: reconocer un error es parte de la inteligencia… Equivocándonos también aprendemos… Uno no nace sabiendo… y hasta es probable que la muerte nos alcance sin haber aprendido lo suficiente… por eso mismo es importante rectificarnos de aquello que hicimos mal… (Lo toma de los hombros, listo para decir algo importante.) Mauro; sacaremos los albinos a las calles, pero no los abandonaremos a su suerte.
EDECAN__ ¿Qué piensa hacer?
MINISTRO__ Techaremos las ciudades para así evitar que se quemen. El sol no se va a interponer entre la esta gente y la felicidad.
EDECAN__ Si me permite señor ministro: ¿no está exagerando un poco con este tema?
MINISTRO__ (Súbitamente enojado.)  ¡Qué egoísta que sos, Mauro! ¡Solo pensás en vos! ¡Sos incapaz de hacer un sacrificio por la felicidad del prójimo! ¡Es hora que recuerdes que vos también sos prójimo de alguien más, porque nadie está solo en esta vida! (Repentinamente cariñoso. Lo abraza.) Pero por suerte me tenés a mí. Yo no te voy a dejar…
EDECAN__ Señor Ministro; si me permite…
MINISTRO__ No te permito, Mauro. 


                                                               Escena cuarta.
                                                              
(Esta escena se representará solo con un haz de luz que contiene a los protagonistas. El mismo deberá ser de un diámetro pequeño, dando la impresión de que están encerrados en él.)
(En la primera parte de esta escena el ministro se muestra temeroso y habla bajo cuando interroga. Cuando responde exclamando lo hace levantando la voz, histérico.  Casi todas las intervenciones del edecán son ironías.)
(Ministro y Edecán.)
MINISTRO__ ¿Ve algo?
EDECAN__ Yo ya no distingo nada.
MINISTRO__ ¡Vamos, Mauro, ayúdeme que sólo no puedo!... ¿Aquellos de allá son albinos?
EDECAN__ Yo solo veo negros.
MINISTRO__ Es que en la oscuridad todos podemos serlo.
EDECAN__ ¿Negros?
MINISTRO__ ¡No, albinos, hombre, albinos, de que estamos hablando! (Se oye una sirena.) ¿Qué está pasando? (Un policía cruza el escenario de punta a punta, entre las tinieblas, corriendo con una garrocha y dispuesto a saltar.) ¿Mauro, qué fue eso?
EDECAN__ ¿Es que acaso no se acuerda?...  (Evitando el tema.) Era un policía.
MINISTRO__ ¿Era albino? (el edecán hace un gesto que significa “qué sé yo”.) Respondeme con palabras que no te veo, Mauro.
MAURO__ (Poniendo las manos en la boca como haciendo de corneta.) ¡No!
MINISTRO__ Mauro, no me grites que no soy sordo…. ¡Uy!, ahora recuerdo que todavía no he proyectado nada para ellos.
MAURO__ Señor, ¿no se le ocurrió pensar que esto de techar toda la ciudad para favorecer a los albinos es un poco excesivo? ¿No se detuvo en los inconvenientes que trae hacer que  los autos circulen sin luces, que la lluvia no caiga nunca, que la gente no trabaje? Señor ministro, en el fondo del océano no debe haber tanta oscuridad como la que acá reina. Parecemos sombras desde el primero hasta el último, esto no da para más.
MINISTRO__ ¿Acaso alguien se quejó?
EDECAN__ Sería muy impopular quejarse de una medida que beneficia a todos los albinos.
MINISTRO__ ¿Alguien se quitó la vida?
EDECAN__ No… pero es como si estuviésemos enterrados. (Pausa.)
MINISTRO__ Mauro; necesito una linterna.
EDECAN__ Usted prohibió el uso de las linternas para proteger los redondos frutos que el mismísimo Edén envidiaría.  (Pausa.)
MINISTRO__ (Ganado fulminantemente por una idea.) Mauro… ¿Alguien pensó en los ciegos?
EDECAN__ Mire, así como están las cosas es como si hubiéramos pensado en ellos.
MINISTRO__ No se ría, le estoy hablando en serio... ¿Usted sabe leer Braille?
EDECAN__  (Sorprendido.) No
MINISTRO__ Yo ya pensé en eso.
EDECAN__ Sería bueno que deje de pensar un poco, Señor Ministro.
MINISTRO__ (Sin escuchar. Fascinado con sus propios pensamientos) Les daremos trabajo a aquellos que tuvieron el maternal instinto de enseñarles a leer a los ciegos. Ahora todos necesitamos de ellos.
EDECAN__ No sería del todo conveniente, Señor.
MINISTRO__  (Arrebatado.) Es que esta situación no solo le conviene a los albinos,  también a los ciegos, a los feos, a los tímidos, a los tullidos, a los contrahechos y a todos aquellos que no soportan la mirada ajena.
EDECAN__ El árbol no le permite ver el bosque.
MINISTRO__ (Exultante.) ¡Es que no hay nada que ver! ¡Todas las diferencias se han nivelado! ¡Es el triunfo de la democracia! (Pausa.) Mi señora se debe sentir muy feliz en este momento.
EDECAN__ ¿Su señora? No sabía que tenía...
MINISTRO__ (Eufórico, sin escuchar.) Ahora mismo voy a verla... quiero decir, a besarla... quiero decir... en fin; voy con ella. (Sale corriendo.)

                                                              
Ultima Escena.

 (Esta escena será interpretada con total seriedad y la risa, si cabe, solo estará provocada por el discurso.)
(Paisaje bucólico. Flores primaverales. Arroyo. Al fondo montañas con nieves eternas. Es mediodía. Está parcialmente nublado, de modo que el sol entra y sale con frecuencia, manteniéndose oculto la mayor parte del tiempo, y finalmente saliendo para no ocultarse más donde se indica.) (Excepto en lo tocante a la luz, el resto de la escena es conveniente que esté representada por un cuadro o una tela en el fondo, lo cual pondría de relevancia lo que guarda de idealista esta parte, en oposición a la escena anterior, donde no hay nada, y a las primeras, donde el realismo es total.)
(Ministro: grandes anteojos negros, corbata negra sobre camisa blanca, traje, pantalones y zapatos completamente negros. Todo él contrasta con lo colorido del paisaje. Silvia es una joven mujer hermosa con pelo blanco muy largo. Lo lleva atado. Tiene puesta una prenda blanca de pieza única que le queda muy sensual, casi atrevida, a su pesar. Un gran paraguas negro la protege del sol.)
                                                                              (Ministro. Luego Silvia.)

MINISTRO__ (Entra por la izquierda como ciego: guiándose con el bastón. Camina unos pasos con precaución. Se para.) Ya debo estar cerca. (Saca un libro del bolsillo y lee con los dedos, al estilo Braille, sin bajar la cabeza.) Pero, ¡¿Qué veo?!... ¿Cómo es posible que vea algo? … ¿Luz?...   ¡¿Luz?! ¡Qué tragedia!... He ido tan lejos que me he perdido. (Se saca los anteojos y contempla el paisaje con dificultad. Mira para arriba:) Hay que techar todo esto.
SILVIA__  (Entra por derecha, protegiéndose con el paraguas.) ¡Auxilio! ¡Auxilio!  (Asoma una garrocha por un costado.)
MINISTRO__ Soy yo.
SILVIA__ (Sorprendida.) Que lindo que estás. Parecés otra persona. (La garrocha desaparece.)
MINISTRO__ Puedo cambiar la cara. Pero por dentro sigo siendo el mismo. Con los mismos valores y los mismos ideales. Con el mismo amor que siempre te profesé… Te amo, Silvia. Y vine a buscarte.
SILVIA__ Gracias. Pero yo me quedo acá.
MINISTRO__ Hay mucha luz, Silvia. Te podés quemar. (Pausa.)
SILVIA__ La última vez que te hice caso… (Pausa.) Yo iba inocentemente por la vida cuando apareciste. Caí bajo tu hechizo, caí bajo tu cuerpo. Quizás no eras tan lindo como ahora y las mujeres no te devolvían la mirada. Pero para mi eras todo: mi padre, mi madre y mi sueño… Legó la política y me quedé esperándote… De pronto los días  se estrecharon y el cielo se fue cerrando. Yo sabía que estabas pensando en mí, que me querías salvar… La gente tomó conciencia de lo difícil que es ser un albino. Empezaron a sentir pena por mí. Y ya no fui dueña de mi vida. Me ayudaban en todo lo que podían, se fijaban en todo lo que hacía… pero jamás me tocaban… especialmente los hombres… Pero a mi no me importaba. Yo solo esperaba tu regreso. Para evitar la mirada ajena me encerré en mi casa. Sin embargo la gente persistía en ayudarme. Entonces vinieron los dermatólogos y me llevaron al Campo de Concentración.
MINISTRO__ Centro de Rehabilitación.
SILVIA__ Llamalo como quieras: era horrible.
MINISTRO__ Era necesario: ahí nadie te podía tocar y el sol brillaba por su ausencia. (Pausa.)
SILVIA__  Un día nos liberaron. Yo sabía que pensabas en mí porque La Tierra dejó de girar para que la noche sea eterna… Y todos querían ser albinos… Así supe que el mundo había perdido la razón, que todo el mundo estaba enfermo porque se echaba en los brazos de una enfermedad.
MINISTRO__ No es una enfermedad.
SILVIA__ ¿Entonces qué es el albinismo?
MINISTRO__ Vos no sos albina.
SILVIA__ ¿Y qué soy?
MINISTRO__… Un ángel.
SILVIA__ (Adelanta una mano y él retrocede espantado. Ella se adelanta con resolución y se suelta el pelo.) ¡Besame!
MINISTRO__ Me tengo que ir. (Toma el bastón y se pone los anteojos.)
SILVIA__ (Tira el paraguas.) Soy toda tuya.
MINISTRO__ (Pausa.) Soy todo tuyo… Pero no puedo.
SILVIA__ Prefiero morir antes que seguir sin vos.
MINISTRO__  Prefiero morir si eso me asegura la eternidad a tu lado.
SILVIA__ ¿Entonces por qué te alejas?
MINISTRO__ ¡¿Es que acaso no entendés?! Lo hago por amor. No te puedo tocar sin al mismo tiempo traicionarte; sin al mismo tiempo herirte; sin al mismo tiempo traicionar a todo el mundo... Y prefiero estar equivocado con todo el mundo antes que tener que asumir una actitud soberbia y egoísta como la tuya. Sólo pensás en tu felicidad. ¿A quién querés engañar? (pausa.) Me voy.           
SILVIA__ (Suplicante.) ¡Escuchame!
MINISTRO__ Todos deberían cerrarte los oídos.
SILVIA__ ¡Mirame!
MINISTRO__ Se me caen los ojos.
SILVIA__ ¡Tocame!
MINISTRO__ (La toca con el bastón, temeroso. Luego le tira el bastón, como si estuviera contaminado.) Tomá, te lo regalo. (Súbitamente sale el sol con toda su potencia. La escena se ilumina grandemente.) (Ella se desnuda completamente, levanta la cabeza y abre los brazos, recibiendo los rayos.)
SILVIA__ Abrazame como lo hace el sol.
MINISTRO__ Te vas a enfermar.
SILVIA__ Haceme sombra con tu cuerpo. Emvolveme con tus manos.
MINISTRO__ Te vas a morir.
SILVIA__ (Pausa.) (Se toma la frente.) Tengo fiebre... Debo tener la temperatura del fuego.
MINISTRO__ Ahí tenés el paraguas.
SILVIA__ (Desfalleciente, se arrodilla.) Haceme el amor. (Cuando está por poner las manos en el suelo, MINISTRO amaga con atajarla, pero finalmente la deja caer.)
MINISTRO__ (Desesperadamente.) ¡No te puedo tocar! ¡No te puedo tocar! ¡El mundo no puede estar equivocado! (SALE.)
(Entra una anciana  sobre una silla de ruedas. Mueve las ruedas con dificultad y jadea, está agotada. Se detiene ante Silvia, que recupera la vertical.)
ANCIANA__ Disculpe señorita. ¿Falta mucho para el cerro Aconcagua?
SILVIA__ No. Es aquel. (La anciana sonríe satisfecha y vuelve a mover las ruedas.)

                                                               CAE EL TELON

(Se puede achicar la obra suprimiéndole la escena primera y la intervención de la anciana.)

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