domingo, 30 de octubre de 2011

Mi almanaque


MI ALMANAQUE.

Estoy harto de los almanaques tradicionales. No es necesario alterar gran cosa esos doce cajones para hacer de la rutina una cosa digna de ser vista.
Este es el almanaque alternativo que yo he concebido.
En primer lugar haría que guarden relación con la astronomía. El 22 de diciembre y el 22 de junio—respectivamente solsticio de verano y de invierno—corresponden al día más largo y al más corto. Ambos días no por nada fueron sagrados en todas las religiones, incluso el 22 de diciembre es el origen del 25, navidad. De paso mucha gente aprendería que los días no son más largos en verano que en primavera o que a partir del mismo día que comienza el invierno los días se hacen más largos.
Esto último pasa porque se asocia la cantidad de horas de luz con el clima, y esto me lleva a la segunda propuesta. Adosar en cada día del calendario las temperaturas máximas y mínimas de ese día en los últimos tres años. Esto, que a primara vista es tan estéril, sin embargo mata la curiosidad inútil de muchos que solo sostienen una conversación cuando hablan del clima. (La mía también: soy infinitamente curioso.)
En tercer lugar, y en afinidad con la primera propuesta, dividiría el año en cuatro partes de tres meses, de acuerdo con las estaciones. Esto, al mismo tiempo, facilitaría la división interna de estas partes en tres más, que coincidirían con tres signos del zodíaco, a lo que es afecto las mayorías.
En cuarto lugar, y vinculado a lo anterior, pondría una efemérides (el pasado) aunado a un pronóstico astrológico (el futuro inmediato.)
Por último le enseñaría a la gente que cuando el sol está mas cerca es en nuestro verano, pero es el invierno boreal. Con este fin, adjuntaría un kilometraje al calendario. La Tierra se acerca al sol entre julio y enero a razón de 55.000 (55 mil) kilómetros por día. Y el resto del año se aleja a igual velocidad. Esto es irrelevante en términos astronómicos, y no tiene absolutamente nada que ver con el clima. (Es la consecuencia de que su órbita no es circular, sino elíptica.) Pero la curiosidad no tiene límites y hay que satisfacerla.
También, y esto es medio engorroso de hacer quizás, sería deseable adosar la posición aparente de los otros planetas, al menos de los más cercanos. Por ejemplo, Marte tarda justo el doble que nosotros en dar una vuelta al sol y Venus la mitad. Hay un determinado día del año que nos alineamos con uno o con otro planeta, y eventualmente con más de uno. Habría que señalar en el calendario las fechas en que ocurren estas coincidencias. Y no solo eso: también tendríamos que señalar cual es el día en que están más distantes. Los que amamos la astronomía miraremos al cielo y los que aman las supersticiones mirarán en su interior (y algún afortunado mirará para ambos lados.)
                                                                                 
                                                                                              Enero 2010

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