lunes, 31 de octubre de 2011

Malcriando a nuestros ídolos

Malcriando a nuestros ídolos.

Olmedo busca la falopa en el balcón y termina acostado en la vereda. Monzón se estrella con el auto cuando sale de la cárcel. Rodrigo también termina su vida dentro de un auto, y bastante ebrio. Más recientemente Walter Olmos (¿ídolo?) se mete una bala en la cabeza.
“Nuestros ídolos se matan porque no los protegemos”. Esta es una creencia muy difundida entre nosotros, cuando lo que en realidad pasa es que se matan porque los hemos sobreprotegido. Solemos justificar cualquier acto errado y avalar cualquier estupidez que digan. Es más, si no encontramos justificación alguna decimos que la culpa es del entorno del ídolo. (Si Maradona es drogadicto es culpa de Fulano, pero si Fulano es drogadicto no es culpa de Maradona) El inconsciente colectivo siente su culpa ante estos mártires populares y cuando se verifica la muerte de un ídolo se intensifica la protección de los que quedan con vida. En otras palabras, se intensifica la sobreprotección para, de esa manera, anular la culpa colectiva de que se hayan matado aquellos. ¡Es muy bueno!. De esa manera también se sobreprotege la culpa para que nadie la vea. ¡Y al primero que se le ocurra hablar mal del Diego le diremos que es un estúpido y un vendepatria!. Lo mismo para el que hable mal de Gaby, que fue una de las mejores tenistas.
Siempre conviene que alguna de las mejores sea Argentina, antes que sea norteamericana. Ellos pusieron un hombre en la luna y no van a andar aplaudiendo una raqueta. Por eso nosotros tendríamos que poner una raqueta en la luna, porque si mandamos un hombre enseguida va a ser un ídolo y nosotros no vamos a arriesgar a un ídolo mandándolo a la luna. ¡Hay que mandar una raqueta, pero que no sea la de Gaby!
Esperemos que Maradona se recupere lo mejor posible de su adicción, no tanto por el bien de él, sino de quienes le siguen.


            Cierta vez le pregunté a una alemana qué sabía de la Argentina. Me respondió tres nombres propios. Evita, Maradona y Sosa. Sí, leyó bien; Sosa. ¿Cómo qué Sosa? La negra Sosa. Yo, que me mostré tan incrédulo como usted, le hice una segunda pregunta. “¿Y es muy conocida en Alemania?” La segunda respuesta fue concluyente. “Sumamente conocida”. Luego recordé que “la negra” solía quejarse por la falta de reconocimiento que tenía dentro del país en comparación con lo que pasaba afuera.
            Pensé.
A los argentinos les da vergüenza que una india sea la imagen nacional. Esto da por tierra con otra creencia muy difundida; “es necesario que se reconozca a nuestra gente primero en el exterior para que luego sea reconocida acá”. Como vemos, esto solo es cierto bajo ciertas condiciones.
            La negra no fuma, no bebe, no se droga y no es un ídolo. ¡Qué suerte tiene la negra!



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