jueves, 13 de octubre de 2011

CITAS

CITAS

Este articulo lo escribí hace mucho (como casi todos los que figuran en los meses de octubre y noviembre.) Lo subo recien ahora, pero al final, en el fondo de todos mis escritos, como todo lo que he subido recientemente con fecha vieja. Obviamente mis opiniones actuales difieren un tanto de las que sostenía por entonces. Además, doy un link para que puedan leer el artículo de Clarín que me movilizó.


                               Simón Altkorn Monti “El cumpleaños de Hans Globke”

                      Jeff Wall “Un ventrílocuo en una fiesta de cumpleaños de 1947”

El artículo de clarin sobre el tema en cuestión

Hoy, 20 de setiembre de 2007, la página 41 del Clarín, está dedicada al plagio que presuntamente habría cometido Simón Altkorn Monti, ganador del Salón nacional de artes visuales que se desarrolla en el Palais de Glace con su obra “El cumpleaños de Hans Globke”. La obra a la que supuestamente plagia sería “Un ventrílocuo en una fiesta de cumpleaños de 1947” de Jeff Wall. Al parecer la idea de Altkorn Monti no fue un plagio arbitrario sino mas bien deliberado. Reparemos por ahora sólo en los títulos: la temática de cumpleaños en ambas obras, la explícita referencia al nazismo que comparten y el desconcertante hecho de que el título alternativo que Monti le asigna a su obra sea “After Wall”. *
El galardonado aceptó su premio sin decir palabra, hasta que un mail anónimo puso el grito en el cielo. Me pregunté cómo era posible que un jurado con tan alta responsabilidad no conociera a Jeff Wall. No. No es que yo lo conociera. Una de las justificaciones que esgrime el señor Monti de una manera tácita es precisamente la fama mundial de Wall y particularmente de la foto que su propia obra cita. Por el mismo camino virtual de un mail, por la Internet, pude comprobar que las palabras del denunciado son ciertas. La Red está plagada de elogios, fotos y premios ganados por el norteamericano. Triste.
Para averiguar sobre el jurado hice una disección del texto de Clarín. Eduardo Carrera, ganador en 2006, es uno de ellos. Hay que hacer honor a este caballero: no solo defiende la cita como procedimiento válido, además da a entender que el arte es más importante que el artista, aunque paradójicamente se desvincula de su propia afirmación recurriendo a una cita: “hablamos de cuales fueron las intenciones del artista y hay escuelas que dicen que eso ni siquiera es importante en el arte.” ¿El señor Eduardo Carrera justifica de este modo su proceder del año anterior? Probablemente no sea así. Lo interesante es que dentro del combo de beneficios que obtiene el ganador de este concurso está el de participar como jurado el año entrante, y para llegar a esta conclusión no hay que ser un genio. ¿O la calidad de jurado de los premiados es acumulativo? De ser así el 2008 los encontrará en el estrado a los señores Eduardo Carrera y Simón Altkorn Monti, en una cita de insospechada resolución.
En verdad la resolución sería bastante previsible atendiendo a las posiciones parecidas que sostienen, de no ser por la intromisión de un tal Nicolás Trombetta, que según se intuye, siempre estuvo y estará en el estrado. Dice: “Hay citas excelentes, citas que generan otra imagen, pero acá no lo noto. Es necesario blanquear la situación, que en el reglamento se exija presentar aquello que se está citando.” Yo creo que se descalifica sólo; por ingenuo, por ignorante, y porque parece tener algún tipo de responsabilidad mayor en la asignación final del premio polémico. “Creo, sin embargo, que de haber conocido la obra de Jeff Wall, y el parecido con esta imagen, no la habría premiado.” Pero lo que a mi me interesaría profundizar no es la segunda parte de lo que dice, sino la primera.
Nicolás Trombetta realiza, como vimos, un juicio netamente desfavorable sobre la obra premiada. Dice no notar diferencias entre el original y la copia. Yo noto más diferencias que semejanzas.
>Economía de personajes. Son pocos pero todos suponen una clonación del muchacho firme a la izquierda del cuadro de Wall. La única persona de otra generación es al mismo tiempo la única mujer. El condimento siniestro está en esta mujer, invirtiendo el cuadro del norteamericano, donde lo siniestro descansa en el muñeco que ella tiene en sus rodillas.
>La luminosidad es notablemente menor en el cuadro de Monti.
>Hay un globo preso bajo una silla; es el único que no tiene gas y el único que carece de color. (Ver más arriba sobre el color de los globos.) Del otro lado de la mujer y el niño hay una silla inútil bajo un piano cerrado.
>La pared fuera de campo o ausente de la derecha y la araña que se insinúa arriba le dan un toque casi vertiginoso al aspecto siniestro, casi como anunciando el futuro.
>La progresión descendente de los globos (son ocho) de izquierda a derecha remite a la progresión descendente de los ocho niños en sentido inverso de la foto de Wall.
>Lamentablemente el diario no permite apreciar lo que refleja el espejo del fondo, pero nótese que no hay ningún globo reflejado y que probablemente no hay ningún personaje.
>Por regla las flores y los globos inspiran alegría. El ambiente está completamente tapizado y empapelado con motivos florales y... y... ¿y dónde compró globos negros nuestro artista?
>Quizás peque de subjetivo, pero me da la representación de un velorio a cajón cerrado: el piano es el cajón cerrado, la música no escapa.
La única analogía entre las dos obras está en lo superficial y no en lo que hay de fondo. Sakespeare y Handel, por solo citar dos bestias, fueron lo que fueron y lo que son gracias a la increíble capacidad que tuvieron para plagiar  superficies y resignificarlas con fondos geniales. Solo una persona puede confundir el plagio con la copia: una persona superficial.
Si lo desea, puede prestar atención al mismo Simón Altkorm Monti, que se erige en defensor de su obra desde un lugar demasiado intelectualista a mi gusto: “ me interesa jugar con el clima tenso que hay en sus fotos – por Wall – y en la mía pongo como protagonista a Hans Grobke de niño, que luego redactaría las leyes de Nuremberg que revocaban la nacionalidad de los judíos alemanes, el que tras la guerra fue ministro de la Alemania Federal. Hay que mirar los globos, con los colores de la bandera alemana y la nazi, hay que mirar cuanta gente hay en la sala, la misma cantidad que los que firmaron la ley de Nuremberg.” Estoy convencido que el tipo de defensa intelectualista que elige nuestro artista Simón—que debe ser judio— está en función del ataque que lo acusa de chorro, porque la obra es muy buena sobre todo desde puntos de vista más subjetivos, como hemos visto. Incluso arriesgaría que supera en mucho al original. Bueno, no exageremos, me gusta más y punto. Son diferentes. Pero no al estilo de esos juegos “encuentre las diez diferencias”. Son ostensiblemente diferentes.
Sin embargo, desde el punto de vista filosófico, que siempre es el mejor, lo más revulsivo y pernicioso para la libertad creativa es lo que dice Eduardo Carrera, que con frases muy sensatas lo he citado más arriba: “Sería diferente si fuese una campaña publicitaria, pero acá se premia el mérito artístico”. Que raro que alguien que dice, como ya he apuntado: “hablamos de las intenciones del artista y hay escuelas que dicen que eso ni siquiera es importante” se dedique a renglón seguido a negarle el rango de arte a la publicidad con el desgastado y mediocre argumento de la intencionalidad. Ya en otra oportunidad me he desquitado con esta clase de tipos que parecen ignorar que las pinturas rupestres no fueron hechas para el turista o el esteta sino para apurar la caza y los hijos; que el ornamento de las catedrales góticas no fue consagrado para manifestarse el artista sino para transmitir ideas complicadas a una mayoría analfabeta; la invención del caballete no es el producto de la vocación minimalista del pintor, está en relación directa con el naciente mercantilismo y con el auge del arte y de la firma. Quienes me conocen saben del daño que me produce leer estas cosas. Muchas publicidades son denostadas porque alimentan prejuicios, imponen modas, en fin, saquean el alma y el bolsillo. Pero afortunadamente no tienen la corrección política exasperante de Wall y de Monti. Gracias a ello, y a una notable calidad, por cierto, ambos han ganado sendos premios, que se traducen en plata. (9 mil, en el caso de Monti.) No dudo que la inmensa mayoría de la publicidad es una mierda. Tampoco dudo que la mayoría del arte es una mierda. Bueh!, soy un idealista. En fin de cuentas me pongo a defender la publicidad cuando el mundo está lleno de gente que considera que la fotografía no es un arte. Peor; yo creo que la mayoría considera que la fotografía puede ser un arte, pero nunca se acuerda de ella cuando menciona la palabra arte. ¡Que digo! A la gente todo esto le importa una mierda.
Después de leer “Discuten si es plagio una obra premiada en el Salón Nacional” me asombró encontrar esta nota ¡¡¡En la sección Autos!!! En la página 17 encontrará ¡Pero si estás igual! Resulta que Mercedes-Benz y BMW inician acciones legales contra una marca china llamada Shuanghuan por considerar que la misma “ha plagiado” modelos de las afamadas marcas Europeas. Yo creo que acá solo hay casualidad, porque las automotores denunciantes compran el espacio del suplemento, y a veces el suplemento en su integridad. Pero es de notar que, contrariamente con lo que ocurre en el arte, la carga disuasoria que comporta un juicio a este nivel es total, y yo creo que los chinos van a bajas esos modelos del mercado Europeo, pues ese es el fin que, dan a entender, persiguen las denunciantes.
La gente sólo quiere subirse a un auto cero y que, lógicamente, sea un modelo único, aunque haya 50 mil copias del mismo a 50 mil dólares cada uno.
A Monti le dieron 9 mil. En mayo último una pintura abstracta de Mark Rothko se vendió en 72,8 millones de dólares. ¿Por qué?  Durante 47 años David Rockefeller atendió sus millonarios asuntos desde su escritorio en el rascacielos Rockefeller Center de la ciudad de Nueva York. Atrás del escritorio, sobre él, se encontraba el Rothko, que adquirió en los 60 a 8 mil dólares. El cuadro se llama Amarillo, Rosa y Lavanda sobre Rosa, y es exactamente lo que reza el título y, saben una cosa, yo lo encuentro muy parecido a... a... a todo el arte abstracto. Eso mismo: una cita de todo el arte abstracto.

           


* After Wall debe ser el título falso que se exige al presentar una obra en concurso. El redactor (Juan Manuel Bordón.) no lo debe saber porque el artículo se presta a confusión. Bueno, nadie nace sabiendo, pero lo curioso es que, acaso seducido por tal coincidencia, publica el dato en lugar de omitirlo. En otras palabras, tiene el mal que aqueja a todos aquellos que ejercen el oficio del periodismo: privilegian el dato sobre la coherencia; la información sobre la razón; lo inmediato sobre lo permanente; prender (tomar) una noticia y no aprender de una noticia. Y por supuesto prender (quemar) una noticia al día siguiente, evaporando las inconsistencias que traían.

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