viernes, 4 de noviembre de 2011

Avicena por tres

AVICENA POR TRES.

I

A poco del año mil vino al mundo, en lo que hoy es Uzbekistán, un persa de nombre Avicena.
Fue famoso por su tratado Canon de medicina, y celebérrimo en su tiempo por curar a un famoso Emir, hoy olvidado.
Las Cruzadas, llenas de muerte, también trajeron a Europa su famoso libro…para curar. (También, como un virus, pasó la frontera Aristóteles, maestro del gran rey de esa tierra persa, Alejandro.)
Tan bien fue recibido este libro en Roma que un papa intentó sembrar las hierbas y plantas que el libro señalaba como remedios. No pudo ver la cosecha. Las plantas no echaron raíces.
¿Por qué, malditas plantas, estúpidas hierbas, execrables seres no-pensantes se negaron a germinar? ¿El clima? ¿El suelo? ¿Las manos que inexpertas que las provocaron?

II

Según la entrada que tiene Avicena en la Wikipedia, este se habría adelantado a Descartes del siguiente modo.
Tomemos un hombre. Dejémoslo ciego, sordo, mudo e incapacitado de percibir por el tacto y el olfato. Este hombre, aún así, tendría la noción exacta de su existencia individual.
Esto, que es una excelente mentira del anónimo “colaborador” del sitio, me parece una genial parodia sobre: la insoportable recurrencia a encontrarle nobles predecesores al francés (como Séneca y San Agustín.); la frecuencia con que los persas privaban de los sentidos a sus víctimas; la frecuencia con que solemos pensar así de todos los musulmanes; y una sospecha sobre la labor médica del mismo Avicena.*

III

El libro de Copleston La filosofía medieval, también tiene un apartado de Avicena. Allí se dice claramente que nació y vivió en Persia.
En otra parte del mismo tomo, se dan las dos teorías más difundidas sobre la inclinación a la sistematización que tuvieron los filósofos medievales:
1)      la herencia neoplatónica y
2)      la sólida división estamental de la sociedad feudal, por la cual cada cosa debía ocupar su lugar.
En otra hoja encontramos al padre putativo intelectual de Aristóteles y Alberto Magno, el principal introductor de la sistematización en occidente: Avicena.
            ¿Avicena, al igual que Averroes—un musulmán que vivió cien años más adelante y al otro lado del mundo, en España—al igual que el judío egipcio Filón y su compatriota Plotino, al igual que el mismo Aristóteles o al anónimo compilador del Deuteronomio, eran europeos medievales? ¿O la sistematización no guarda en sí la necesidad de claridad—no siempre lograda—, de no confundir las cosas? ¿No es este mismo afán social el que llevó a la sistematización y no a la inversa? Quizás tenía razón Filón cuando decía que la filosofía es útil para entender esos pasajes bíblicos que solo se prestan a  la interpretación. Y es que, acaso hasta la llegada de ese gran hermeneuta que se llamó Lutero, la filosofía fue eso: la explicación de la explicación, una nota al pié de página de la Biblia. Cuando el protestante consagraba la libre interpretación de las Escrituras, quizás, y sin saberlo, estaba dando nacimiento a una nueva filosofía… incluso a la filosofía misma.
                                                                                                                      Enero 2010




* Aunque la interpolación—algo clásico en los tiempos anteriores a la imprenta, y según se ve en los posteriores—me parecía obvia, traté de encontrar alguna referencia al tema en la web. Dí con la actual Biblioteca de Alejandría— una de las seis más grandes del mundo, en un país semianalfabetos—donde el Centro Avicena mantiene la Biblioteca Braille más grande del mundo.

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