domingo, 6 de noviembre de 2011

Un cuento de terror escrito por Dios

Un cuento de terror escrito por Dios.

            He dedicado varias líneas a la Luna, y casi ninguna al mar, que me gusta llamar océano porque guarda con mayor fidelidad la idea de inmensidad. No ignoro que hay mares que no son océanos, pero en general, ‘mar’ es un término acaparado por los poetas y ‘océano’ por la precisión filosófica. No obstante esta aclaración, le debo unas líneas a esos inmensos espacios de agua.
            Un poco obligado por esta deuda, me puse a pensar en la cuestión, y quedé impresionado por los contenidos inmediatos de esos pensamientos (eso que algunos llaman  “libre asociación”) Luego los elaboré y los puse en este papel. Siento que ahora es el océano el que esta en deuda conmigo. Nunca lo crucé ni lo perforé. Espero que Dios, que nos hizo a ambos, me dé esa oportunidad alguna vez.

El hombre alcanzó la Luna antes que  las profundidades del océano.123 Las dificultades técnicas (por cierto que muy diferentes) eran parecidas en cuanto a la cantidad de esfuerzo que implicaban ambas empresas. Sin embargo, el hombre decidió que la carrera hacia la Luna era más interesante. Era otro mundo, estaba más lejos, era más espectacular y, por supuesto, podía reportar  suculentos beneficios en la escalada armamentista.. Además, que podía ofrecernos el lecho marino. A lo sumo una multitud de seres con branquias, manjares para el paladar del ictiólogo y del chef.
Por inferencia y a falta de una experiencia directa  se suponía que allá abajo no había nada, he incluso se siguió pensando así con los primeros descensos al abismo. Por empezar, la vida era imposible. Ningún organismo podía resistir a la presión hercúlea que significa varios kilómetros de agua encima.  La falta de la más remota gota de sol parecía confirmar esa sospecha. A lo sumo se conjeturaba con la posibilidad de cierta colonia de microorganismos que sólo  los entendidos valorarían en su justa medida. Podía haber vida en Marte, pero no en las profundidades.
Sin embargo, la misma ciencia se encargó de desmentirlo. En 1938 se descubrió al relativamente conocido Celacanto (al punto que esta computadora acepta la palabra como perteneciente al castellano) Es un verdadero fósil viviente, que se creía extinto hace 300.000 años. El bicho había permanecido oculto allá abajo. Quienes lo han visto sabrán que, para los cánones de belleza de nuestra era geológica, es horrible, espeluznante. Lo primero que llamó la atención del mundo docto es que se trataba de un animal carnívoro, lo cual significaba que compartía su habitad con otras especies.124 Sin embargo, esto allá por 1938, y resultó que el celacanto no provenía de aguas excesivamente profundas como para superar los prejuicios.
A partir de las últimas décadas los hallazgos fueron increíbles y la oceanografía ganó terreno. Lava líquida calienta e ilumina varias fosas marinas, a más de 10 000 metros de profundidad. A su abrigo viven una colección de seres extraños. Ninguno guarda semejanza con la sirenita que imaginó Hans Christian Andersen con el deliberado propósito de entretener a los niños.. Dios, cuya imaginación es otra, plasmó en su obra un mundo submarino cuyo destinatario es el hombre. El hombre de nuestro tiempo (que a sus ojos es un niño.) En él, bestias de rara fisonomía, nadan. Lo hacen bajo presiones increíbles, al extremo que bajo presiones a nivel del mar se desintegrarían. Bajo temperaturas bajísimas que impiden su congelamiento. En aguas quietas, casi estancadas. Lo hacen para comer y reproducirse, como las ranas y el 90% del género humano.. Se arriesga que estos bichos, escapando de enemigos naturales que merodeaban aguas menos profundas, se habrían refugiado en los abismos del océano, merced a algún cambio evolutivo, (o sea, con la cooperación del tiempo que insistimos en llamar evolución.) El celacanto, al lado de ellos, es hermoso, bello. No es posible describir esas formas, tan adaptadas a su medio, tan horribles como su medio. Recordé que Infierno viene de una palabra que literalmente quiere decir ‘debajo de la tierra’ Procuré conseguir alguna enciclopedia que me los muestre en generosa cantidad. Se los conoce como peces abisales, o peces de los abismos. Ojos atrofiados, hipertrofiados o  inexistente. Colores múltiples. Dientes expuestos como quebraduras expuestas. Órganos luminosos. No es humanamente posible describirlos. Son... son otra cosa.
 Si queríamos demostrar nuestra soberbia subiendo la torre de Babel, Dios nos hace bajar para que conozcamos la suya. Aconsejo a todos mis lectores la reveladora visión de estos seres. No hay artista, por original que sea, que los pueda reproducir. No hay forma de transmitir en un artículo la asquerosa, repugnante, horrible sensación que a uno lo invade ante esas imágenes.¡Ah! y olvidaba decirlo; la sensación de que, ante los ojos de Dios, nosotros no somos más lindos que ellos.
En estos seres pienso cuando miro el océano, y también cuando me miro en el espejo.



123 1959 y 1960, respectivamente. Se sabe, el hombre pisó el satélite en 1969; no obstante, las primeras fotografías de su cara oculta fueron tomadas por el Lunik 3 en aquella fecha, con lo cual no sólo se alcanzó la Luna, sino que incluso se la superó. La comparación es pertinente, pues el lado oscuro del satélite se asocia “intelectualmente” con el fondo oceánico, que también permanece oculto.
124 Utilizo el tiempo pasado porque se han encontrado muy pocos ejemplares de este animal, y puede ser que ya no esté entre nosotros. Aunque, por experiencia, debemos mantenerlo con vida

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