domingo, 6 de noviembre de 2011

Sobre Eso Que Llaman Rock Nacional

Sobre Eso Que Llaman Rock Nacional

Alguna vez quise escribir in extenso sobre la música popular moderna, y en especial sobre las letras,  pero eso de andar analizando material de tipos que en el mejor de los casos no dejan de ser casos mediocres, me inhibió bastante. El estímulo lo sigo encontrando en la misma popularidad de mucho de sus cultores. Digamos que le veo el lado sociológico al tema. Como no me gusta dejar tinta en el tintero me voy a despachar con algunas apreciaciones un tanto desordenadas sobre eso que llaman rock nacional. Y una aclaración: Rock Nacional no hace referencia a grandes músicos- que los tenemos- ni a raros ejemplos. Esas dos palabras remiten a la idea que de nuestro rock tiene... Radio La Mega.
 
Charly o La viveza criolla.

Cuando Cortazar – Julio Cortazar, porque tiene nombre propio –  decía que en Argentina hay más escritores que libros no hablaba de los escritores: hablaba de la Argentina. El fenómeno se da en todos los terrenos. En nuestro país hay más héroes que logros, más premios que méritos y más músicos que música. Podemos afirmar que el problema es aritmético. Y la necesaria consecuencia de esto es que hay una sobrevaloración de muchos individuos que mejor sería pasar por alto, como a Carlos García, ese que llaman Charly.
Charly – me rindo – tiene un prestigio que merece ser estudiado. Y para no herrar el blanco es necesario abrir los oídos a sus fans, entre quienes no abundan los músicos.
En primer lugar esa cosecha parece descansar en el instrumentista. Charly – dicen – toca muchos instrumentos. El problema es que los toca a  todos mal.
2) De los instrumentos que toca los que más frecuenta son la guitarra y el piano. Carlos toca la guitarra como si fuera derecho, pero es zurdo. Se sabe que hay tres salidas para los zurdos: O tocan con una guitarra para zurdos, lo cual exige dedicación exclusiva al instrumento, dado que alguien que toca todo lo que encuentra no va a andar con sutilezas cuando de ejecutar se trata; O invierten las cuerdas de una guitarra para diestros, como hacia Hendrix; O se hacen diestros, como es el caso de Herman Li y de Charly García. (Y perdón por la odiosa comparación.) La performance del argentino con las seis cuerdas es lamentable, y es lógico que haya elegido esta última modalidad para no perderse la oportunidad de visitar el instrumento ahí donde lo encuentre. Lo revelador es que nuestro músico solo encuentra la guitarra en temas como Pasajera en trance, que es de una facilidad alarmante.  
Con el piano pasa algo parecido. Los instrumentos de teclado son diestros por excelencia. El peso de la ejecución esta en la derecha, que maneja los agudos. Y con estos dientes expuestos no hay inversión que valga.* Total: Charly es un tecladista cuatro puntos, y estoy tratando de ser generoso.
3) Afirman que Charly tiene formación clásica. Bueno, eso no dice nada. Lo he escuchado repetidas veces mencionar raras escalas para darse dique y alimentar su fama, puntualmente la escala mixolidia. Claro que eso es para la tribuna porque las escalas, contando las que son raras y hasta rarísimas, ¡son solo (10) diez! De lectura de música mejor no hablemos.
4) Es improbable la capacidad de Charly con la quena o con la tuba.  Démosle una oportunidad a sus admiradores.
5) Es sabido: el bigotudo tiene oído absoluto. Esto consiste en poder precisar una nota con solo escucharla una vez. Es una habilidad más del circo que de la música. Entre los seres vivos el humano es de los que tiene el oído menos desarrollado. Si por el oído absoluto fuese las ratas serían mejores músicos que Hamelín. Esta habilidad acercaría  a Charly más a los zorros (o a los burros) que a los Wagner.


Es conocido el empeño puesto por el artista en trascender las fronteras. Su único registro “importante” en la televisión de los Estados Unidos fue durante la Guerra de Malvinas. Se dejó filmar dócilmente en Plaza de Mayo. En el mismo es presentado como una rareza y la conducta  de Charly ante las cámaras es de una corrección ejemplar. Habla casi como pidiendo permiso... permiso para entrar en el primer mundo. Porque si acá le conviene ser un loco (ser auténtico) allá es preferible hacer un esfuerzo para no pasar por ser subdesarrollado incluso en los modos.  Hacia el año noventa filmó de apuro el video de Fanky en Nueva York (tema que también cantó en ingles.) El grasoso video tiene en una de sus imágenes la marquesina del teatro que presenta a Charly en la gran manzana. Lo reducido del recinto es evidente. Se ve que no le resultó fácil ni siquiera convocar a la proletaria población latina del lugar. Total: Charly es un músico de cabotaje, y es prácticamente desconocido incluso en Latinoamérica, salvo en el Uruguay y en Chile, donde entró tarde y fugazmente. Se le hizo fama de que es nuestro músico por excelencia, haciendo de ese defecto una virtud.
Otra de las razones del culto que se le presta a esta persona está en su forma de venderse. El Programa TVR reprodujo más de una vez ese archivo donde él explica con admirable sinceridad que el se pasó años diciendo “soy un genio”, y que “al final lo terminaron por creer”. Otra de las razones que se cultiva está en la posición política que asumió en el afortunado momento histórico que le tocó vivir. Cuando ese afortunado momento histórico se terminó se empezó “a repetir a sí mismo”, como le dijo el periodista Jorge Lanata en su programa Día D.-, para indignación del cantautor. **
Sin embargo, este músico que se dejó crecer los bigotes – cosa rara en el ambiente—y que se los pintó de dos colores para pasar inadvertido—con el tiempo eligió medidas más radicales como tirarse por una ventana o cantar sin acertar un solo tono, amparado en su oído absoluto—, este músico – cuyos fans celebran el haber concurrido a cualquier recital que el artista no dio, o dio en sus peores formas—este músico,  si tiene algo de bueno, es que no deja de ser un músico, a pesar de él mismo y de todas sus limitaciones.
Pero lo peor que le podía pasar al artista es tener un biógrafo como Mariano del Mazo, que escribió un libro intitulado Charly Garcia.  En él se da la siguiente interpretación del clásico Yo no quiero volverme tan loco: la letra remitiría a un nihilismo militante, un deseo de evasión. Mariano del Mazo nunca destacó como crítico literario y según parece pensó que con el conocimiento de la música de Charly y un dedicado cholulismo podía encarar tarea tan ajena a su labor (Mariano del mazo es periodista y escritor, verbigracia Cortazar.) No siendo satisfactoria su incursión en el análisis de textos me veo en la obligación de hacer, mal que  me pese, la defensa de Charly. Primero les tiro la letra así lo van pensando.


            Yo no quiero volverme tan loco
Yo no quiero vestirme de rojo
Yo no quiero morir en el mundo de hoy
Yo no quiero ya verte tan triste
Yo no quiero saber lo que hiciste
Yo no quiero esta pena en mi corazón

Escucho el bitch de un tambor entre la desolación
De una radio en una calle desierta
Están las puertas cerradas y las ventanas también
¿no será que nuestra gente está muerta?
Presiento el fin de un amor, en la era del color
la televisión está en la vidriera
Toda esa gente parada que tiene grasa en la piel
No se entera ni que el mundo da vueltas.

Yo no quiero meterme en problemas
Yo no quiero asuntos que queman
Yo tan solo les digo que es un bajón

Yo no quiero sembrar la anarquía
Yo no quiero vivir como digan
Tengo algo que late en mi corazón

Escucho un tango y un rock
Y presiento que soy yo
Quien quisiera ver al mundo de fiesta
Veo  tantas chicas gastadas y tantos tontos que al fin
Yo no sé si vivir tanto les cuesta

Yo quiero ver muchos más delirantes por ahí
Y vagando en una calle cualquiera
En Buenos Aires se ve que ya no hay tiempo de más
La alegría no es solo brasilera

Yo no quiero vivir paranoico
Yo no quiero ver chicos con odio
Yo no quiero vivir esta depresión.
Voy buscando el placer de estar vivo
No me importa si soy un bandido
Voy pateando basura en el callejón

Yo no quiero volverme tan loco

Lo de Mariano no es una interpretación. Las interpretaciones son producto de lo que exige algún esfuerzo. Acá las cosas están claras. En ese disco (yendo de la cama al living) la mitad de los temas están basados en ironías. Recuerdo un reportaje que le hiciera a Charly un periodista que bien pudo haber sido Mariano del Mazo.
Periodista — (Sin ningún tipo de ironía) ¿A qué se debe que sea tan dinámico el disco? ¿A qué se debe eso de ir de la cama al living?
Charly — (Mirándolo absorto.) No es dinámica, es estática. Ir de la cama al living es ir a ningún lado.
            Otro de los consagrados temas del disco (No bombardeen Buenos Aires) es una ironía abierta desde el titulo, e incluso llega a reclamar que “no bombardeen Barrio Norte”, en plena Guerra de Malvinas. (Nota: García vive en Santa Fe y Coronel Díaz.)
En la canción que nos convoca la ironía es casi un sarcasmo. Es una composición dialogada en la que hay dos voces que alternan. La primera es la que integran los versos que comienzan con “yo no quiero…” Es el conocido “no te metás”, el “yo miro para el otro lado”, “hago la del avestruz”, en fin, “no me comprometo”. La otra parte es el grito desesperado que no tiene eco. Es la respuesta a la otra porción de la letra. No por nada la primera parte es cantada en vos baja, y con tono explícitamente irónico en la versión de Charly con León Gieco. La ironía era el medio que se tenía en aquella época de expresar lo que se silenciaba. Si se recibe la canción sin percibir la ironía es seguro que parece lo más cercano a un himno del Proceso de Reorganización Nacional. Nuestro amigo Mariano del Mazo tomo ese “yo no quiero vestirme de rojo” y los otros “yo no quiero” que hablan del terrorismo de izquierda, de la inacción, de la falta de compromiso, como si se tratara de un nihilista de los noventa, probablemente porque intuyó que una defensa abierta de los milicos por parte del músico era imposible. Pero no fue honesto intelectualmente, porque es mucho más difícil suponerlo a Charly un nihilista antes que un defensor de los militares.
            ¡La puta!, de tanto agredir al periodista terminé por defender a Charly. Bueno, quizás no sea tan malo.

PIPO Cipolatti  (Un caso para la sociología.)
Pipo Cipolatti es amigo de Charly. Pero tengo para mí  que Charly es el amigo de Pipo. Se acercan en la inmadurez y en la falta de cordura. No obstante, si algo los aleja es la capacidad para escribir letras ponzoñosas y subversivas. Para eso no hay como Pipo.
Letras como Pensé que se trataba de cieguitos o Invasión que con ironía hablaban de la represión, el secuestro o la venida del Papa y otros percances que padecimos en la última dictadura, ya son un clásico. Eran ironías cristalinas, fáciles para todo argentino, con música alegre, acorde con los tiempos que corrían y que se recuerdan como “primavera democrática”. Su simpleza se mezclaba con algunas imágenes memorables. Después vinieron años de zozobra. Si en  El primero te lo regalan adiestraba a los niños para que no concurran al la escuela porque en la puerta les venden falopa (con el estribillo intimista más falsamente moral que se ha escuchado) y les terminaba aconsejando que en vez de comprar se dediquen a vender, en El estudiante o Cigarrillo se torna un ortiva  total: casi como poniéndose en sintonía con sus programas televisivos para niños. 
No obstante, lo mejor de Pipo no viene por el lado de la música sino de la tele. No debe haber nadie en el mundo que haya hecho posible semejante trasgresión. En los años ochenta hizo famoso un latiguillo que repetía mil veces y que hizo escuela. Le enseñaba a los niños, pizarrón de por medio, los principios elementales de la composición. Comenzaba y terminaba diciendo el origen griego de la palabra pentagrama: “penta, cinco; gramas, líneas”. Pero invariablemente Pipo distorsionaba una letra y decía “gramos” en lugar de “gramas”. O sea: cinco de penta (pegamento) y gramos de línea (merca.) Los chicos, que estaban en el estudio y se divertían mucho con sus “ocurrencias”, eran invitados a pedir “a tu quiosquero amigo un poco de pasta” o a “ayudar a mamá con la pala, que es muy rica”. Con el tiempo Pipo se fue de la tele. Añadió más drogas a su vida, prácticamente dejó la música, y finalmente dejó embarazada a una pobre mujer en estado de locura. Pero donde hubo fuego cenizas quedan, y un día pipo volvió a su viejo amor: la televisión.¿Quién fue el iconoclasta que le abrió las puertas de canal siete? Este regreso de Cippolatti fue dramático e incluye la pelea legal y mediática con su mujer y el posterior suicidio de la golfa luego de haber parido mellizos, a los cuales Pipo se encargó de abandonar. Pero, además de dramático, este regreso fue triunfal. (Que dios me perdone, pero nunca me he reído tanto en mi vida.) El músico, o lo que quedaba de él, además de volver a recurrir a sus viejos chistes, amenazaba a los niños que no se portaban bien en el estudio, les decía que cuiden a sus madres, declaraba su ostensible incomodidad entre las inocentes víctimas y, señalando a la cámara, les advertía repetidas veces a los televidentes menores que se cuidaran porque él sabía donde vivían.
¿Cómo pudo toda esta “gracia” pasar por el filtro del canal estatal y llegar a todo el país? Nadie se escandalizó seriamente porque la gente “sería” no entiende el lenguaje de Pipo. Eso sí, se escandalizan enormemente cuando un Escotado sale a decir esas inocentes cosas sobre legitimar el uso de las drogas.4
Los enanitos Verdes.
Si las letras de los Redonditos de Ricota son crípticas, las de los Enanitos Verdes son claras e infinitamente estúpidas. Presten atención a esta porquería, que deja muy serias dudas sobre el oligofrénico con facha de intelectual que las canta. El tema es muy popular y es probable que pueda prescindir de su lectura. Pero más probable es que jamás se haya detenido a pensar en… en vaya a saber uno qué. La fría letra, haciendo abstracción de la fea música, nos da como resultado un diagnóstico inapelable.

Yo te ví en un tren
Preocupada demás
Quise ayudarte
Y ya no estabas más.

Me colgué del vagón
Que ya empezaba a correr
Entusiasmado como la primera vez.

Estribillo:
Y al fin te encontré
Y al fin te encontré
Y no supe ni siquiera decir “hola”

Intenté conversar
Preguntarte la edad
Como te llamabas
En que estación pensabas bajar

Y no supe que decir
Me engañaba al hablar
Alucinado sin ninguna razón

Estribillo:
Yo te vi en un tren
Yo te vi en un tren
Y no supe ni siquiera decir “hola”.

Repite 11 (once) veces:
Yo te vi en un tren.

Sin palabras.***

Pero la música es más fuerte.
(La Mancha de Rolando y Bersuit Vergarabat.)
Sin dudas, la música es más fuerte que la letra. Hay licencia para decir cualquier cosa, como Pipo: nadie te va a escuchar (la letra.) Esto, que reporta todo un beneficio para los picaros, se transforma en un cáncer cuando de gente de bien se trata.  Cuanto más  popular es una letra menor es su comprensión.
No siempre fue así. Hubo un tiempo en que Zitarrosa cantaba “quisiera decir que tengo alegría en lo que doy, pero con mi canto voy más triste de lo que vengo” acompañándose de una música festiva, y todos entendíamos que el yorugua no estaba precisamente alegre. Hoy es diferente. ¿Será por señalamiento de los medios o por la pereza mental de las mayorías o porque a las mayorías no les va eso de que les entreguen demasiado digerida una canción? Marchen dos ejemplos.
La Mancha de Rolando tiene entre sus canciones insignias Arde en la ciudad. Como la canción tiene un ritmo satisfecho, relajado, a menos que a uno se le ocurra detenerse a oir, va a llegar a la conclusión de que se trata de una melodía futbolera. Para evitar este malentendido los músicos decidieron incorporar al final de un difundido video promocional un cartel que decía “este tema esta dedicado a todas las madres que perdieron a sus hijos durante la diputa del mundial de fútbol Argentina 78’”, palabras más palabras menos. Pero el tema se difundió siempre como fondo de todo evento deportivo exitoso para nuestro país, especialmente en la televisión. Como la letra comienza diciendo “Tu equipo volvió a ganar, te prendieron mil bengalas, la banda grita….” a nadie se le ocurre un esfuerzo para desenterrar la crítica despiadada a las mayorías que se sigue de toda la canción, que es una crítica dicha sin ningún tipo de ironía, de forma directa.
Algo parecido se da con La argentinidad al palo, tema de Bersuit Vergarabat, que según me dicen fue escrita por Jorge Lanata. Es una enumeración, un tanto umbilical, de los defectos nacionales, de los antihéroes locales, y de las vivezas criollas. Como el tono general es más laudatorio que el Ila Ila Ile de Xuxa, los músicos decidiero ponerle al disco que incluye este tema “La argentinidad al palo (se es lo que se es)”  Lo que va entre paréntesis fue adicionado a último momento en atención, estoy seguro, a la bienvenida acrítica y aprobatoria por parte del público. Así, el “yo argentino”, que es epílogo de la canción y que alude al “no me meto en nada” “no es problema mío”, se transforma en la afirmación de la propia nacionalidad (se es lo que se es.)5
Sin embargo, no doy mi veredicto ante estas prácticas. Llamo la atención sobre un interesante material de estudio que está cotidianamente ante nuestros oídos y que puede revelar la forma en que asimilan – u omiten—los nuevas generaciones esa cosa que pasó hace ya más de veinticinco años.

Pappo y la libertad
Pappo se murió y sólo se acordaron del guitarrista.
Las letras de Pappo no sólo eran simples y directas. Para ser simple y directo hay que poseer poder de síntesis, y en eso destacaba El Carpo.
Pero hay algo más importante que paradójicamente se olvidó todo el mundo. En los años de Onganía y Lanusse, con el cordobazo aún en la nuca, fue el gran cantante de protesta. ¿Cómo es posible que nadie recordara  Adónde está la libertad (1971) o  Los libres pecan por ser libres (1973) que resumía el credo de muchos silenciados, y que a falta de lírica decía las cosas de una manera que no dejaba lugar a dudas? 
En cuanto a salir del país a Pappo le pasó lo que a todos. Ese comentado—sobre todo por él mismo—recital en el Madison junto a B.B. King es un verso de la peor poesía. El Carpo pisó las tablas del mítico escenario junto con otros músicos exóticos que recolectó el negro durante su gira mundial. Estuvo cinco (5`) minutos tocando y una hora y media (1:30) escuchando a los otros monos del circo. No pudo. Esa es la verdad. Y a mi todavía me da pena verlo a él, alegre, junto a King, como un niño, como era, creyendo en la ficción. Y me da pena porque Pappo fue más que el negro.

   

Calamaro y los ojos de César Pavese
El tema de Andrés se llama Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Llamativamente es el título del último poema de Pavese, que es el prólogo a su suicidio.  Calamaro construye su canción tomando como base este feliz hallazgo del poeta y le adiciona otros “prestamos” y algún verso de su propia cosecha. Todos los versos del argentino están muy por debajo—siempre y cuando nos animemos a una comparación tan desigual—a los versos que en su hora última concibiera el italiano.
Y es que Calamaro es así, de quinta. (Y no solo Calamaro: recordar aquel “Juventud divino tesoro” de Rubén Darío y otras muchas robadas por Luca Podan.)
Es regla, no es excepción en Calamaro. Lo suyo no está mal. Pero al menos se haría buen en clarificar algunas cosas. Hay un endiosamiento de Andrés como letrista, y hay que dar por tierra con estas cosas. Con reconocer en él a un buen baladista ya tenemos suficiente. Y, por favor, ¡Basta de dioses! A ver si todavía agregan que vino la muerte de César Pavese y tuvo los ojos de Calamaro.2

                                                                                                          Octubre 2oo8





* Sería interesante saber porqué no hay teclados para zurdos. Intuyo que la respuesta debe estar más en la sociología que en la música.
** La reflexión no es impertinente. Lanata siempre repite que su mejor amigo es Fito Páez. La reflexión seguramente es de Fito, quien fue tecladista de Charly. El autor de Promesas sobre el bidet se lo hace notar a Lanata  (“te parecés a Fito” le indica.)
4 Con Pipo pasa como con el gordo Casero, que vivió haciendo televisión tomando el chiste racista – especialmente contra los bolitas—como base de su humor, que declara amar a Sarmiento  porque evitó que nuestro país termine siendo un país indígena y otras cosas por el estilo. Pero la gente “seria” no se ríe con el gordo, como sí me río yo. Lo realmente importante es saber cual es el segmento de la sociedad que mira un programa o escucha una música para saber si algo incurre en trasgresión. Por ejemplo: no hay ninguna trasgresión en la cumbia villera. Pero con Pipo es diferente.
***  Palito Ortega y tantos otros músicos de los setenta, por dar un caso, son estigmatizados permanentemente como el sumun de la idiotez melódica, no obstante ser un veredicto falso desde todo punto de vista. Sus letras y su música, como la de Leo Dan o Sandro,  son más atractivas y elaboradas que las de estos Enanos o la de otras agrupaciones que aparecieron con el retorno de la democracia, como G.I.T. – escuchad Oh mi amor—o Zas – me corto las orejas.  El problema no está en que sean letras estúpidas, sino que, sin dejar de serlo, son cantadas con una seriedad pasmosa, con el grito atrevido del Rock and Roll. Palito y su trova eran más sinceros. Eran ridículos desde el Do hasta el Si, y no querían parecer lo que no eran. Por supuesto que todo esto tiene una explicación sociológica – después de tanta represión hubo un destape de idiotez incontenible—. Pero mientras Soda (léase, Cerati) hacia lo que se debía hacer, lo contrario que los Enanos porque tenían toda la apariencia de frívolos pero con letras que leídas detenidamente no son para cualquiera, los otros se la pasaban confundiendo relajamiento social con relajamiento mental.
5 El “yo argentino” se asocia ya inextricablemente a los años de la última dictadura. No obstante tener una historia más antigua. La oración se hizo popular cuando la aristocracia argentina vagaba por Europa en tiempos de las vacas gordas y al inicio de la primera guerra mundial. “Yo argentino” era “yo no soy beligerante y no me meto”, o sea: “yo no soy europeo, aunque lo parezco”.
2 Todos nos equivocamos un poco: lamento el primer verso de la segunda estrofa del poema de Pavese, que aclara “para todos la muerte tiene una mirada”. 

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