sábado, 5 de noviembre de 2011

La pedagogía del suspense

La pedagogía del suspense.

            La deducción parte de lo general para arribar a lo particular. Es el camino de la pedagogía, del aprendizaje. Es el camino que nunca transitan los profesores de la facultad de filosofía  y letras de la ciudad de Buenos Aires. Son payasos. Creen que la pedagogía es el arte de complicar. Plantean los temas como si se tratara de un jeroglífico egipcio a develar y no la ciencia de exponer con claridad aquello que se quiere transmitir. (No digo que no se entienda lo que dicen, se entiende perfectamente. El problema es que no se sabe a dónde quieren llegar) Muchos profesores dan la sensación de haber accedido a una cátedra por sus altos conocimientos pero no por la capacidad de transmitirlos. La raíz del problema es que se premia a los investigadores. Y los investigadores  utilizan el camino de la inducción, que parte de lo particular para ir a tientas hacia lo general. Para el alumno es desalentador. Se encuentra frente a alguien que nunca ha preparado una clase, y se nota. Es una falta de respeto y una pérdida de tiempo. Gustan de jugar a las adivinanzas, creen que de esa forma hacen participar al público. Pero resulta que no son público, son alumnos.  
            Puestos en el apuro de explicar una receta de cocina probablemente darían cuenta de los ingredientes antes de decir que porquería es lo que están preparando. Por nuestra parte gastaríamos tiempo y paciencia acatando las instrucciones: comprar aceite de oliva, sal, tomate, morrones y canela. Luego amasar y meter al horno. Una hora después nos habremos enterado de que lo que estuvimos haciendo es una tortilla mauritana y, para colmo, que no nos gusta. Pero aún peor sería que nos guste, porque el tedio de la elaboración previa (ese trabajo que nos tomamos sin saber lo que hacíamos) habrá anulado nuestra memoria, porque la memoria funciona mejor cuando hay algún interés en lo que se estudia, y no podíamos estar interesados en una tortilla cuando no sabíamos que la estábamos preparando.
Hay un estilo de pedagogía que está de moda; la pedagogía del suspense. Y es que la aplicación sistemática de la inducción lleva al suspense, lo cual es más propio del cine de Hitchcock que de las aulas.
Lo único interesante del asunto es el suspenso, y hasta por ahí nomás: el ignorar hasta último momento si se trata de una tortilla mauritana o una albóndiga bosnia. Esto último es una excelente excusa para hacer participar a los alumnos y al público en general o, lo que es igual, para jugar a las adivinanzas.



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