El prepucio de Durkheim.
En mi querida Introducción a la ciencia de Isaac Asimov, Pág. 702, usted puede encontrar momentos encantadores como el siguiente, en el cual se relata un experimento llevado a cabo a mediados del siglo XIX por un científico interesado en el evolucionismo de Lamarck.
Un escéptico, el biólogo alemán August Friedrich Leopold Weismann, cortó las colas de un grupo de ratones durante varias generaciones, e informó que las últimas generaciones mostraban unas colas no inferiores en tamaños a las de la primeras. Pudo haberse ahorrado el trabajo considerando el ejemplo representado por la circuncisión de los varones judíos, los cuales, después de un millar de generaciones, no han podido conseguir ninguna disminución de tamaño en el prepucio.
Exacto. Este biólogo, que pudo ser judío, se podría haber ahorrado el tedioso trato con los roedores e igualmente impugnar la teoría Lamarckeana de la herencia de los caracteres adquiridos. (Lo mismo podría haber hecho Lamarck.) Sin embargo, por el camino largo de los ratones o por el corto de la observación de lo que ya está dado, el resultado del estudio es certero. Las conclusiones a las cuales arribó Weisman son irreprochables.
Pero he descubierto un caso, en el cual los resultados no se ajustan a los hechos y, no obstante, son aceptados como válidos. Es el caso del famoso fundador de la Sociología, Emile Durkheim, quien en La división del trabajo social, Lib. 1 Cáp. 1, nos habla de la tendencia intelectual del momento, que no es otra cosa que el evolucionismo.
No solamente la talla, el peso, las formas generales son muy diferentes en el hombre y en la mujer, sino que el Dr. Lebón a demostrado que con el progreso de la civilización el cerebro de ambos sexos se diferencia cada vez más. Según este observador, tal desviación progresiva se debería, a la vez, al desenvolvimiento considerable de los cráneos masculinos y a un estancamiento e incluso una regresión de los cráneos femeninos. << Mientras que, dice, el término medio de las gentes masculinas de París se clasifican entre los cráneos más grandes conocidos, el término medio de las femeninas se clasifican entre los más pequeños observados, muy por debajo del cráneo de las chinas, y apenas por encima del cráneo de las mujeres de nueva Caledonia>>.
La división..., es de 1893, por lo tanto muy posterior a los estudios de Weismann. Por otra parte, es sabido, Durkheim era judío. Y no hace falta explicar que si la mujer usa poco el cerebro, el judío usa poco su prepucio. ¿Qué es lo que hace caer a un científico en ideas tan cercanas al nazismo, sin reparar en evidencia tales como la inteligencia femenina o la amputación de una parte del propio cuerpo? La respuesta es muy sencilla y exime de culpa a cualquier pensador de esa época. Como dije en algún otro lugar ( en El futuro nos ignora) lo que se nos suele escapar es la mirada crítica sobre las cosas que tenemos más cerca. Esa misma cercanía obnubila nuestro sentido crítico. Naturalizamos los hechos y las ideas más inmediatas. El doctor Lebon salió a buscar pruebas que apoyen una respuesta que ya tenía aceptada desde mucho tiempo atrás. Durkheim aceptó las tesis de Lebon porque eran satisfactorias a los fines que perseguía su libro, y porque la inferioridad femenina, al igual que para la mayoría de sus contemporáneos, era un hecho que en el fondo no necesitaba demostración. 107
Se puede afirmar que los esfuerzos de Weismann no fueron en vano. Demostró que, si bien el esfuerzo puede estar mal dirigido, no siempre es estéril, pues nos puede salvar de cosas peores que no reparar en respuestas que tenemos frente a los ojos: nos puede salvar de la necedad, de la negación de la evidencia.
107 Sobre la diferencia del tamaño de los cerebros según el género se puede apuntar lo siguiente. El hombre tiene, por término medio, el cerebro más grande que la mujer, y en esto Lebon estaba en lo cierto. Pero esa diferencia radica en el hecho obvio de que el hombre es, por término medio, de mayor tamaño que la mujer. Para mayor información sobre el tema me remito a Mi defensa, particularmente la Pág. 7, en este mismo diario.
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