Etica de los caníbales..
<Los ejemplos que aquí se toman (todos reales, aunque hermoseados con alguna mentira) no guardan relación entre sí. Es decir; no suponen una interpretación a la luz de una comparación entre los mismos. Son solo eso; Ejemplos.>
Argentina 2004: Un grupo de inconformes toma una comisaría. Las autoridades toman cartas en el asunto. Se planifica una estrategia para el desalojo. No se atentará contra la vida de los ocupantes. No se empleará gases para que abandonen el lugar, (¿se teme que puedan toser?.) No se emitirá juicio alguno sobre la conducta social de los amotinados. En fin; no se hará nada. Transcurre un tiempo mas bien escaso, quizás una hora. Los que están adentro consideran que la operación fue un éxito, que resistir el paso del tiempo no incrementa ese éxito. Deciden abandonar la comisaría. Para las autoridades la estrategia de la inacción a resultado óptima. Esta es la ética de los medios.
Rusia, octubre del 2002: Un grupo de cincuenta terroristas chechenos toma el teatro Druvovka de Moscú, y con él a cientos de rehenes. Transcurren horas desesperadas. El gobierno da un ultimátum. Esta dispuesto a hacer cualquier cosa para desalojar el famoso edificio. Es por las buenas o por las malas. Los terroristas permanecen imperturbables. El gobierno introduce un gas venenoso en el teatro. Mueren los terroristas y ciento cincuenta rehenes. Fue por las malas. Enorme casualidad: tanto los chechenos como el gobierno habían elegido los mismos rehenes. Esta es la ética de los fines.49
Brasil, fines del siglo xx: Unos antropólogos europeos, fascinados (quien sabe si hechizados) por las culturas aborígenes de la amazonia, se internan en la selva con el romántico propósito de tener una vivencia de esa fascinación. Traban amistad con un grupo de indios que, omitidos de los libros de antropología, son bautizados por los europeos.
Los primeros días son de un provechoso intercambio cultural. Las noches se cierran sin luna, que los árboles no dejan ver. Los árboles anochecen sin ser vistos, pues no dejan pasas la luz de la luna. Y en el fondo de la selva, dos culturas se iluminan.
En una de las últimas “cenas”, los graduados son interrogados por el jefe de la tribu sobre un asunto que nunca sabremos. Los blancos arriesgan una respuesta, luego otra. No era la primera vez que arriesgaban mucho, pero esta vez el jefe interroga con particular vehemencia. Asusta. Los antropólogos eligen callar para calmar al venerable anciano. El jefe insiste con la pregunta imposible de contestar. Sus indios están atentos a la situación, ellos también exigen una respuesta. El más rubio, gobernado por vaya a saber uno que absurdo razonamiento, fuerza una sonrisa y aplaude. Un indio se hecha sobre él y lo sepulta a palazos. Muere. El menos rubio, con un razonamiento más absurdo que su colega, se interna en la selva para huir de la muerte. La oscuridad y la naturaleza no lo dejan avanzar. Se para. Nota que los indios no lo siguen. Tienen ojos de gato y ya saben donde está. Uno de los indios lo mira y parece decirle “ya no hay nada que temer, está muerto”. El antropólogo intuye que a los indios les ha parecido natural que él huyera; siempre es peligroso alguien que sonríe y aplaude. Con cortesía británica lo invitan a cenar. Nota que se han llevado el cuerpo de su amigo.
Cinco días después vuelve a la civilización. Pide justicia por su amigo. Describe con detalle los hechos. Da los rasgos del homicida. Pero las leyes brasileñas protegen a los aborígenes. El homicidio es una figura penal que se da entre occidentales. Esta es la ética de los Indios.
Finalmente, el antropólogo fue interrogado. Querían saber si se había comido a su amigo. Pero el antropólogo parecía no entender la pregunta, por mucho que le preguntaran.
49 Si quiere otro ejemplo recuerde el caso del submarino atómico que se quedó en las profundidades del mar de Barents. Cuando los noruegos se ofrecieron para rescatarlo la respuesta de las autoridades rusas fue un profundo silencio.
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