Los deseos inconfesables de ChacHo.
¡Que feo que escribe Chacho Álvarez! Frente a un artículo del Chacho difícilmente alguien se anime a seguir más allá del primer párrafo; los que lo hacen (temerarios) es muy posible que no entiendan nada de lo que están leyendo y que renuncien antes de terminar el mandato el artículo. Es que la escritura del Chacho abunda en el no-estilo, en la falta absoluta de respeto por las palabras No le pido que me diga que olfatea los colores o cosas de ese tipo, y menos tratándose de un escrito político. Le pido que no sea tan cruel con los lectores, que como yo, creemos en su inteligencia y defendemos el valor de las palabras. . (En este mismo diario, he utilizado el término gerontología y vivo flagelándome por ese motivo) Me dirá que el lenguaje es solo un vehículo para expresarse, que lo que importa es el contenido, el mensaje. Por supuesto. Entonces debe haber una poderosa razón para que escriba en un lenguaje tan aburrido y artificial. Algún mensaje se esconde más allá del primer párrafo. Pero para develarlo es necesario llenarse de coraje. He cruzado la frontera y aquí les traigo el tesoro.
En el diario Clarín del 21 de marzo, un vastísimo artículo de Chacho se refiere a los atentados de Nueva York y Madrid..
A raíz de los atentados “hay una lucha para comenzar a incidir en las cuestiones de la gobernabilidad global” Nosotros, como latinoamericanos y en el marco del Mercosur, no debemos perder la oportunidad histórica de “intervenir en el rediseño de las instituciones de poder mundial.” Como consecuencia del terrorismo se abre una brecha que es una oportunidad para todos nosotros. “Hay que renovar un poder institucional internacional que responde a una concepción del final de la segunda guerra.”
Esta es la esencia de lo que dice Chacho. El tema delicado es tratado de manera delicada, indirecta. Se descarta aquello que pudiera ser reprobado por el lector. Se descarta lo obviamente inmoral: la conveniencia de presionar a los países poderosos oponiendo otro poder.
Chacho no escribe mal. Solo es una estrategia para decir aquello que no se puede decir abiertamente, precisamente porque muchos compartimos ese pensamiento.
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