viernes, 4 de noviembre de 2011

Diario de la guerra

DIARIO DE LA GUERRA


            ADVERTENCIA: Si usted no leyó Diario de la guerra del cerdo, de Adolfo Bioy Casares, cuenta con una ventaja al momento de leer este artículo. Si usted tampoco vió la película de Leopoldo Torre Nilsson,  cuenta con dos. En cualquier caso usted está libre de prejuicios, pero no está jugando limpio. No sea ventajero y mire la película. Este artículo necesita de gente prejuiciosa.

            Decía Bioy Casares que la crítica se podía dividir en tres partes: la critica del público/ lector, la crítica de los amigos inteligentes y la critica del autor. Según Bioy, esto es según el autor, su mejor libro es el que nos convoca. Empecé a barajar esta posibilidad años después de leer el libro, cuando vi la película de Torre Nilsson. ¿Porqué?.... El guión cinematográfico presenta cuatro laudables aciertos en la lectura que practica del texto, a saber.
Primero. No hace tanto hincapié en el tema de los viejos: El contenido manifiesto de ambas obras es la lucha de generaciones, más específicamente la lucha de los jóvenes contra los viejos. Pero, mientras el escritor acentúa la lucha generacional dando un perfil explicito de la vejez, practicando casi una gerontología, el guión cinematográfico releva del libro los aspectos más ideológicos de la lucha.  Podemos decir que pone en primer plano aquello que solo insinúa el libro.
En el fondo este acierto es el más importante, en tanto los otros tres dependen de él. No obstante hasta aquí casi  todo el mérito es del escritor y la película sólo constituiría un prolijo apéndice del libro. ¿Entonces, qué es lo que hace  de esta película una obra de arte, máxime teniendo en cuenta algunas actuaciones para el olvido y el mismo olvido (vergonzoso, por otra parte) al que la han condenado critica y público?
Segundo. Es atemporal: Para entender este acierto primero es necesario pasar revista a las condiciones de producción de estas obras.
El Libro es de 1.968. Son los años de la “revolución”  estudiantil en Europa. A priori podemos conjeturar que  Bioy se hace eco del fenómeno haciendo hincapié en el fundado temor de los viejos a la juventud. La película es de 1.975. Son los años del terrorismo de izquierda, constituido en su mayor parte por jóvenes.
Hasta aquí la reseña histórica. Todo parece muy sencillo, los jóvenes son terroristas de izquierda y los viejos son  conservadores de derecha. Esta es la conclusión a la cual arribaría cualquier crítico mediocre. Cada cosa en su lugar; un esquema A/B que presenta una relación positiva, contraria, contradictoria o complementaria. Se hacen dos columnas, una de viejos y una de jóvenes, el resto es cuestión de llenar simétricamente ambas columnas. Finalmente se tendrá la sensación de estar ante un acabado análisis del film el cual presenta una apariencia de necesidad tan grande que a uno le parece adecuado sucumbir ante la evidencia para no pasar por estúpido. Esta película no puede ser sometida a este tipo de análisis, a menos que uno caiga en la ingenuidad de tratar el argumento literalmente. En otras palabras, que la película no remita a nada que se encuentre más allá de ella misma; ya no se trataría de que los viejos sean conservadores y los jóvenes terroristas, sino de que los viejos sean precisamente viejos y los jóvenes, jóvenes; los primeros victimas y los segundos victimarios; los primeros débiles y los segundos fuertes etc, etc... Sin embargo, más allá de sus condiciones de producción la película es efectivamente atemporal o ahistórica. Los jóvenes bien podrían ser montoneros, militares, nazis, del KKK, etc. Todo depende de quién es el que la mira De todas maneras, para usted que no la vió, ahí va un detalle de algunas frases. Y preste especial atención a lo que dicen los jóvenes.



Viejos
Jóvenes
1/ Ya no se puede estar tranquilo en la plaza ni salir solo con esta juventud violenta.
2/ Estoy marcado.
3/ Este es un pibe de confiar.
4/ La situación está controlada, solo se dan hechos aislados.
5/ A mí me gusta llevarme bien con la gente joven
6/ Envejecer te hace conservador.
7/ Cuando era maestro gritaba todo el día.
8/ Los jóvenes odian al viejo que engendran.
1/ Estoy jugado, saben que te conté algo.(Al padre) También saben que te escondí en el altillo.
2/ No andarás en algo raro, vos  (De una joven a otra)
3/ Todos tenemos algún viejo en la familia, eso no compromete a nadie, pero de ahí a defenderlos..
4/ Solo con argumentos sentimentales uno puede defender a los viejos.
5/ Podés salvar el pellejo si colaborás (Al viejo que están torturando)
6/ Hay que mantener limpia la ciudad, el que se hace el joven pierde.
7/ Yo no puedo sacar la cara por ese, después de todo pide por un viejo. (El viejo está desaparecido)
8/ Discutir no sirve, hay que actuar.



            Bueno, decía que la película es ahistórica y solo depende de quién es el que la mira. Pero es obvio que aquel que la mira lo hace desde un tiempo histórico y desde un lugar, y precisamente en eso reside el tercer y mayor acierto...
Tercero. Es muy Argentina: Veamos.
            En el momento de su estreno sonaba seguramente como una denuncia del terrorismo de izquierda.(El terrible diálogo del final parece promover un pedido de ayuda para sacar a los jóvenes de la guerrilla) Unos años después se lee como una denuncia del terrorismo de estado, en la cual se invierten los roles y se plantea una lucha generacional con el evidente propósito de distorsionar el mensaje para evadir la censura. (Ahora el diálogo del final parece promover un pedido de ayuda para ocultar o sacar del país a los jóvenes) Ya en democracia se impone pensar en una acusación directa a la pasividad mostrada por la clase media durante los años de la dictadura. Piensen por ejemplo en la joven intelectual que dice estar en contra de toda violencia como una forma de no involucrarse, o en el viejo que dice que la situación está controlada y solo se dan hechos aislados o lo de “el hombre prudente presencia los partidos por televisión”. Con el indulto menemista y la “reconciliación” se hace necesario distorsionar  aquello que resulta más difícil de decir abiertamente, que no son otra cosa que los elementos comunes que unen ambas facciones. Fíjense sino en eso de que “todos tenemos un viejo en la familia, eso no compromete a nadie” o lo de ese joven, Néstor, que entrega a su propio padre o aquel otro que esconde al suyo o, Vidal cuando dice que gritaba mucho cuando era maestro (osea, joven) o que los jóvenes odian el viejo que engendran. Finalmente creo que en este 2.004 en el que estamos aprendiendo a poner cada cosa en su lugar podemos apreciar esta película por su sentido más profundo; el de revelarnos algún aspecto de ese ente escurridizo que es el ser nacional, o, como se verá más adelante, un sentido más superficial (por su misma actualidad): la seguridad.
            Lamentablemente no podemos contar con testimonios que den cuenta de la reacción que suscitó la película durante estos períodos históricos. Los motivos: el interés de aquellos que persisten consciente o inconscientemente en ignorarla, la misma ignorancia de su existencia y el valor de mercadería perecedera que  frecuentemente se le da al arte cinematográfico (Me niego rotundamente a hablar de producción) Pero de este film se puede decir más que de ninguna otra obra telúrica que es actual. (Quizás este sea el principal motivo de su falta de exhibición). Más actual que el día de su realización, ya que toda profecía, así como toda obra de arte, guarda el discutible honor del reconocimiento póstumo. Algún día le darán el valor que merece a esta obra singular y ya no estaré sólo en su defensa.
Ya que está me gustaría destacar las profecías que no son otra cosa que el candente tema de la seguridad: El miedo a los lugares públicos como los parques y los bares así como la muerte en un estadio de fútbol  varios años antes de que se conociera la primera victima (lo cual constituye también una fobia a los lugares públicos), la recurrencia a los refugios, ora en el altillo, ora en la discoteca clandestina, y la mudanza de Vidal como la seguridad del exilio. Sobra decir que el miedo a la inseguridad y el miedo a la juventud van de la mano.
Quizás el mérito más enorme de la película sea su permanente actualidad.
Puede que usted, lector hábil, se pregunte por qué esta nota se titula Diario de la guerra. Eso lo dejo a su criterio. ¿El cerdo?. Bueno, el cerdo puede ser cualquiera.


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