Las formas que asume la inteligencia.
Es vox populi que Tulio Alpherín Donghi no sabe escribir, en tanto no se entiende con claridad aquello que desea transmitir. Ante uno de sus libros, los cuales contienen inteligentísimas observaciones sobre el pasado, uno cae en la cuenta de la gran diferencia que hay entre una gran idea, la dificultad intrínseca que comporta la comprensión de una idea, y la dificultad de transmisión de esa idea.
A medida que el tiempo pasa los pensadores se han resignado a no poder incluir ideas muy osadas en el interior de sus libros. A lo sumo una o dos ideas osadas. En tiempos de los presocráticos, donde la ignorancia estaba generalizada al igual que el deseo de conocer, un Anaximandro o un Demócrito, podía ocupar la mente en cualquier cosa, sin especializarse en ninguna, y decir las cosas más increíbles sobre cualquier materia. Incluso después, el mismo Aristóteles podía tratar sobre todas las ramas del pensamiento e incluir en sus obras multitud de ideas. Las ideas o tesis que un libro abrigaba por aquellos años era idéntica a la cantidad de páginas que ese libro contenía (o a la cantidad de vueltas que el rollo permitía.) Hoy es diferente. Somos más serios. Pero un libro de 500 páginas se agota en una o a lo sumo dos ideas centrales. El resto es chachara, justificaciones de esas ideas.106 Admito que ciertos libros, sobre todo los de carácter técnico, puedan requerir ciertas complejidades, aunque nunca superen la cantidad de ideas que se puede contar con los dedos de una mano. Y esas complejidades deben estar servidas por una escritura que las simplifique, para mayor gloria de esas ideas.
Don Tulio escribe mal, eso es indubitable, y no estaría de más que él y muchos que se le parecen se den a la tarea de contratar a un escritor o a un traductor. Es que el señor Alpherin debe sufrir intensamente a la hora de escribir, y nosotros no queremos que él sufra, (tampoco queremos padecer su lectura) ¿ Qué? ¿Qué dice? ¿Qué yo también escribo mal? Bueno, a mi no me lee nadie.
Aquellas tres diferencias que más arriba enumero entre una gran idea, su comprensión y su transmisión, es una elocuente prueba de lo versátil o relativo que puede ser eso que llamamos inteligencia. La dificultad de lectura de los libros del gran escritor, así como sus envidiadas ideas, pueden representar una prueba al respecto. Pero esta mañana tuve otra prueba, más contundente aún, sobre las formas que puede asumir la inteligencia.
En la revista Ñ del 28 de mayo, encontramos un reportaje al gran escritor pensador historiador. Las ideas que transmite las comparto casi en su integridad, especialmente en lo que se refiere a la UBA, y que ahora no me interesa debatir. Pero... .Más allá de las ideas que transmite hay un evidente desorden mental, incluso para transmitir oralmente lo que quiere decir. Y, si ese desorden no llega a ser tan alto como el de su producción escrita es, paradójicamente, debido al menor tiempo disponible para pensar una respuesta durante un reportaje.
De esta manera, no solo encontramos que la inteligencia puede asumir diversas formas, también caemos en la cuenta de que puede ser más perniciosa cuanto mayor tiempo de uso hagamos de ella en lo relativo a un punto. En otras palabras, la mayor inteligencia puede ser directamente proporcional a la mayor economía de tiempo o, en una definición más inteligente, podemos decir que la inteligencia (al menos en alguna de sus formas) se acerca mucho más a la espontaneidad de lo que a veces creemos.
No me gustaría concluir este apartado sin recordar que la inteligencia es menos versátil que la especie humana. Vaya un ejemplo que, en algún sentido, es contrario al de Don Tulio; Quien ha escuchado hablar a García Márquez sabrá que eso no es lo que uno espera escuchar de una persona inteligente. No hay una sola idea potable, y lo que dice es claro y vulgar como el agua. Pero, ¡¡¡cómo escribe!!!.
106 Me gusta pensar en este diario como una suerte de reedición de la mecánica irresponsable que tenían los presocráticos al escribir. (Ver nota 45)
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