domingo, 6 de noviembre de 2011

Robin y la 99

Robin y la 99


            La 99 es al agente 86 lo que Robin a Batman; su bastón intelectual.
            Ya sea que razone con rectitud como es el caso de Batman o como un imbécil como es el caso de Max, ambos se ven en la necesidad de agilizar el relato y para no pensar en voz alta apelan al diálogo con su pareja. He visto capítulos enteros que se entendían igual o mejor sin estas bochornosas compañías, las cuales limitan su intervención a un “si” un “no” un “Max” o un “santos recorcholis Batman”.
            Los norteamericanos, se sabe, son prácticos y ven el lado bueno de las cosas malas. Cuando el público se fue agotando de estos maridajes televisivos en lugar de sacar del aire a aquellos que cumple la función pasiva,  les  reforzaron el papel hasta elevarlos a verdaderos protagonistas. De esta manera nació el humor mecánico tan característico de la tele del norte. (Considero que es poca la deuda de este humor televisivo al humor mecánico de Keaton.) Los Taner de Alf o el mucamo de la niñera son ejemplos de que hoy no es posible un capítulo sin ellos.
            Volviendo al pasado, se dijo que la invención de Robin y de tantos otros segundones obedecía a la intención de llamar a la audiencia más joven  (o al lector en el caso del comic.) No parece creíble por que los argumentos pecan de infantilismo. También se dijo que el público quiere ver al héroe acompañado. Puede ser. El argumento de mayor peso es el que apunté al comienzo, la necesidad de agilizar el relato. Pero hay otros. Robin y la 99 interpretan al público. Son el público adentro de la pantalla. Siempre caen en el lugar común (Robin) o censuran lo obvio (la 99.) El público nunca es tan inteligente como Batman ni tan estúpido como Max. En realidad esto era en los años 60. Casi cuarenta años después ambas tiras son una estupidez apta para todo público. Y si el éxito sigue acompañando a Max y no tanto a Batman, es porque Max es sinceramente estúpido y el otro se cree Newton.
            Veo etapas en el desarrollo de la telecomedia. Cada una de las cuales marca un momento del destape moral que caracterizó a occidente en los últimos tiempos. Si Batman y Robin cubren su homosexualidad tras un antifaz, la serie extraña pareja (años 70) la expone de manera abierta. Luego Blanco y negro, si usted recuerda, planteaba algunos capítulos en clave de incesto. Finalmente en estos últimos años series como Friends (amigos) y tantos otros que ponen el acento en los amigos como antídoto contra la soledad, esconden en el tratamiento una orgía multirracial. Esto quizás no sea percibido en la actualidad, de la misma manera en que en los 60 Batman era tenido por super macho. Pero para nosotros la homosexualidad de Batman es amor griego y preferimos la tranquila heterosexualidad del agente 86. Sin olvidar que Batman siempre pone en ridículo a los villanos (al mal) y Max pone en ridículo al bien. Y a  todos nos gusta ver como el bien triunfa sobre el mal, aunque este juegue con la inteligencia y aquel con la estupidez.



No hay comentarios:

Publicar un comentario