La sugestión adelgaza.
Si se dedica a mirar televisión seguramente conoce esas propagandas inventadas en Norteamérica que consisten en una compra directa que usted puede realizar vía telefónica y por medio de la cual le alcanzan el producto a domicilio, productos de todo género y tipo. Es el popularmente conocido “llame ya”. Según afirman los incrédulos, es una forma sofisticada de la estafa. Son artículos nuevos, pero de alguna manera, son obsoletos al segundo día de uso, ya porque no cumplen la función que se suponía tenían que cumplir, ya porque uno descubre que los artículos tradicionales son más eficaces y /o baratos.
Quizás los productos más exitosos, y los que más condenan estos incrédulos, sean los que pretenden hacer adelgazar al cliente. Entre los productos que están dentro del mercado y que dicen satisfacer este fin, podemos discriminar tres clases; los artículos mecánicos, los semimecánicos, y los químicos. Los primeros son toda esa serie de palancas, trapecios y resortes que, según dicen estos comerciales, nos darán una imagen esbelta y/ o esculpida en el plazo de breves días y con el menor esfuerzo posible. Los aparatos suelen ser de dimensiones considerables, pero, cosa magnífica, son infinitamente plegables y pueden ser guardados en cualquier lugar de la casa, como por ejemplo, debajo de la cama. Si a esto le agregamos el pago en interminables cuotas, podemos concluir que la comodidad es la sustancia de estos productos, dado que es cómodo de usar, cómodo de guardar, y cómodo de pagar. Pero, dicen los incrédulos, lo cómodo sale caro, y puede que tengan razón.
Sin embargo, más cómodo que los aparatos mecánicos son los semimecánicos, como la famosa plantilla para adelgazar. Se reemplaza la plantilla del calzado y, por medio de un sistema de estimulación de la planta del pié, basado en la milenaria ciencia de la acupuntura, el cliente reestablece su peso normal.
Pero si de comodidad se trata, no hay nada más cómodo que los elementos químicos para adelgazar. Son esas pastillas que, en realidad, son presentadas como “naturales”. Usted tiene que tomar esas pastillas media hora antes de cada comida con dos grandes vasos de agua. El resto es esperar un par de semanas, y el espejo le devolverá esa imagen que siempre soñó.
Los incrédulos tienen razón en lo que respecta a los aparatos mecánicos. Están hechos para no exigir mayor esfuerzo, cuando en realidad es lo que deberían provocar. Sin embargo, están equivocados en lo que hace a las plantillas y a las pastillas.
Las plantillas, indudablemente, adelgazan. Su secreto no está en la acupuntura, está en la sugestión del paciente. Al colocarse un par de esas cosas queda implícito que lo que debe hacer es usar las plantillas, o sea, caminar. Y si usted camina mucho, adelgaza. Claro que si camina mucho, pero sin las plantillas, también adelgazará, pero no podrá contar con la siguiente sugestión que, consciente o inconscientemente, se genera en el paciente: “He gastado mi dinero, debo caminar”.
El caso de las pastillas es otro caso aleccionador. No son hechas a partir de compuestos químicos, pero tampoco de compuestos naturales. Están hechas de nada, o, a lo sumo, de alguna porquería con un poco de nada. Y, créalo, adelgazan. Tomando dos grandes vasos de agua media hora antes de las comidas es difícil que pueda llenar su estómago con alguna porquería que no sea esas pastillas. En síntesis, el estómago queda lleno y no hay mucho lugar donde meter la comida Si la víctima, perdón, el paciente, se ve sugestionado por el hecho de haber adquirido esas pastillas y por pagar puntualmente todos los meses las cuotas que adeuda, es natural que también respete puntualmente los dos vasos de agua antes de cada comida.
En fin, aquellos incrédulos están en un error. No se puede medir los beneficios que pueden reportar unas pastillas o unas plantillas sin medir el alcance psicológico que conllevan.
“Alto”, podrá replicar el lector, “estos comerciales dicen que el producto y los resultados están garantidos.” Y no lo dudo. El problema es que, como ellos bien saben, la palabra garantido no existe en el idioma castellano. En cambio si existe garantizado. Pero el problema es que en este mismo momento mi computadora reconoce la palabra garantido como existente... Y sí, si usted camina mucho o bebe mucha agua, naturalmente, adelgazará.
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