domingo, 6 de noviembre de 2011

La separación (Cuento)

La separación              

                                                                                                          A Carlos Rey

“... el miedo de lo demasiado tarde.”  Leopoldo Lugones.

            Toda la familia lo vio llegar. Carlos, cruzó rápidamente el salón. No saludó a nadie. En su puño izquierdo se adivinaba que ocultaba algo  Se acercó hasta Julia.  Le dio un beso y le tendió una rosa. En unos segundos la ropa de Julia quedó sepultada en lágrimas.

            La anciana nunca había amado tanto. Era un exceso. Recíproco. Carlos y Julia vincularon sus vidas; primero por la carne, luego por el matrimonio. Estrecharon sus vidas en lo material, y en lo otro. No perdieron sus respectivos hábitos, sus inclinaciones, sus amistades. Se complementaban. Eran felices.
            Pero hay pocas cosas eternas.
            Fue por los años de la proscripción y de los últimos tranvías en que Julia decidió el futuro de la pareja__  en la pareja siempre se decide por ambos. El amor aún permanecía junto a los dos, pero el futuro era largo. Ella quería ser madre y el no podía ser padre. Julia, con dolor y coraje, abandonó la casa con la perspectiva de juntarse con alguien ha quien todavía no conocía, y  para amar a un hijo, al que tampoco conocía.
            Carlos no quería abandonar su felicidad y opuso resistencia, llegando incluso a la injuria y al insulto. El día de la partida incrementó notablemente la hostilidad, la impotencia. Julia, que sufría en silencio, lloraba. Él le pidió una explicación, una más. Ella le tendió un chupete y salió.

            Alguien le puso la mano en el hombro. Era un hombre joven. Era él. Casi por instinto, apretó lo que escondía en su puño izquierdo. Pero la familia ya había visto todo. El beso en la frente, la rosa en el pecho, un hombre que llora sobre un cajón, y el enorme silencio de la separación eterna.


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