Iván vuelve a soñar.48
Cuando cerré los ojos entré en una ciudad incierta de una lejana época. Pude retener el nombre de la ciudad ya que quise olvidarlo hasta en el sueño. Su nombre: Skotoprigonyevsk.. Me encontraba en el centro de una plaza con todas las cosas que una plaza de esos tiempos podía tener. Insoportable olor a mierda de caballo; barro por todos lados. Se notaba que recién había llovido y me pareció que el cielo también era un manto de barro. Aunque estaba vestido según lo que demandaba la época sentía que estaba desnudo, en el más absoluto desamparo. La gente, ignorándome, pasaba a mi lado hablando una lengua muerta de la cual no se guarda ningún registro. Todos se dirigían al centro de la plaza y yo hice lo mismo. Ahí, sobre un escenario improvisado, un hombre de lo más desagradable se disponía a hablarle a toda esa gente. Este hombre era un rey, un inquisidor o ambas cosas. Pude notar que la multitud mostraba franca inclinación hacia esta persona. Hicieron subir al escenario a alguien cubierto con una capucha. El hombre desagradable se encargó de mostrar el rostro que se escondía tras ella y pude ver un rostro resplandeciente que miraba dulcemente. Era el mismísimo Cristo El inquisidor comenzó a hablar y pude entender todo lo que decía, y era algo así:
“No serán virtuosos hasta el día que les robemos la libertad. Los rebeldes no pueden ser felices. Los agobiaste con una carga tan terrible como la libertad de elección. La felicidad de estos rebeldes está en el alcohol y en último término en la autoridad. Queriéndolos menos les hubieses exigido menos y eso hubiera estado más cerca del amor. Podrías haber sido un Cesar, dado que todo lo que el hombre busca en la tierra es a quien adorar, a quien confiar su conciencia y, finalmente, alguien que los una. No son otra cosa que niños, niños que aspiran a una pobre felicidad. Nos admiraran y nos tendrán por Dioses por haber aceptado cargar con el fardo de la libertad El conocimiento del bien y del mal recaerá en nosotros y solo nosotros seremos desdichados por guardar el secreto. Las cabezas de hidra no van a ningún lado; un solo pastor, un solo rebano. Que sean felices mientras caminan al abismo. Se les ha de ocultar a los niños la miseria de los adultos.”
Le dieron el consuelo de la última palabra al hijo de Dios. Sonaron las palabras de un asesino, el mas inteligente de todos ellos, el más divino.
“Ustedes ya me conocen. Yo no tengo el gusto. Solo sé que han traído un hombre a este mundo y yo lo mandé al otro. Porque muchos de ustedes nunca han visto morir a un hombre. Y no les daré el beneplácito de un llanto o un arrepentimiento. Moriré silenciosamente como e vivido, como he matado. Cuando vean mi cuerpo perforado y abandonado a la corrupción, sangrarán por dentro y morirán un poco. Toda la vida morirán. Atravesaré el horizonte para ver el sol desde otro lado. Estoy lúcido para emprender el viaje. El tono de mis palabras, la firmeza de mi discurso lo dice. Si algún sentimiento me invade es una vaga envidia hacia los verdugos que ahora calzan las armas. Y digo que la envidia es vaga porque de algún modo participo de la fiesta. Nosotros estamos acostumbrados a matar. Y por lo mismo, sabemos morir.
Si el hijo que perdieron hubiese sabido morir, hoy no estaría perdido. Lo recuerdo de rodillas, pidiéndome no sé que favor. Venir a pedirme por favor, no me mate cuando lo único que quería es matarlo es como pedirle a un afortunado jugador que no cobre la lotería. Pero de la misma manera que no se puede cobrar dos veces el mismo billete tampoco se puede matar dos veces a la misma persona. Yo he cobrado muchas vidas, ustedes solo cobraran una. Pero, como saben, yo no valgo nada. Vinieron por el premio mayor y se irán con las manos vacías. Los han estafado.
Seguramente piensan que el hijo que perdieron se encuentra en algún lado. Si es así, búsquenlo. Ja, Ja, Ja. Apuesto mi vida a que no lo van a encontrar. Como ya perdí la apuesta, mañana, por otros motivos, empezaran a buscarme. ¿Y saben una cosa?. Tampoco me van a encontrar. Que el hecho de anular físicamente el objeto odiado anula el objeto, no el odio. Inversamente, si eliminan el odio, este no tendría objeto y, por lo mismo, yo no me sentiría tan importante. ¡Gracias por el odio que me brindan.!”
Los presentes dibujaron en sus labios una cicatriz. Habían sido ofendidos.
Recostaron al reo sobre una mesa y le cortaron la cabeza con un hacha. La sangre fue vertida copiosamente y el cuerpo tembló como protestando. Muchas madres tenían a sus hijos sobre los hombros para que no pierdan detalle de la circuncisión de ese cuerpo. Me pareció que aplaudían. Pero era la lluvia que retornaba. Vi sus rostros congestionados de alegría y comprendí que los limites de la alegría no contemplan el aplauso. Se retiraban a sus casas satisfechos.
Es un sueño terrible, tan terrible como hermosa puede ser la lógica de los sueños; lugar de la revelación más personal.
48 El sueño de Ivan se encuentra en el Cáp.9 del libro xi de Los hermanos Karamazov. Si es chusma puede consultar también los capítulos 4 y 5 del libro V, parte de este texto está inspirado en ellos.
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