domingo, 6 de noviembre de 2011

Soberbia de la filosofía

Soberbia de la filosofía             


            Los filósofos no consideran realizable el viaje a través de la vida sin saber de todo y sobre todo.”
                                                                       (Sigmund Freud   Inhibición, síntoma y angustia, 2)                                    
Alex de la Iglesia. Filósofo, cinasta y payaso
            El filósofo no sabe nada pero censura a todos. Al artista le pintará la cabeza con un poco de estética; al historiador con filosofía de la historia. Si el artista conoce lo suyo se refugiará en la historia. Si el historiador sabe su tema esgrimirá un poco de estética. Al científico le dará cátedra de epistemología. Al cura y al Papa los derrotará con metafísica. Y a aquellos que cultivan una materia ignorada (por caso, estroboscopia o ictiología) los atrapará con el ejercicio de la lógica (la lógica del adversario o la propia, da igual.) Si su contrincante es un elemento difícil de reducir con lógica, metafísica, epistemología, filosofía de la historia, estética y todo ese palabrerío, lo inhibirá con alguna vaga, torpe y rebuscada etimología que nada aportará a la cuestión, cuestión, huelga decir, que nada le importa al filósofo. Si su enemigo es de esas personas que lamentablemente son tan frecuentes y que se denominan inteligentes, el filósofo destacará este rasgo como una enorme virtud en su oponente. De esta manera estará dejando tres hechos  incontestables: él juzga la inteligencia del prójimo, él es más inteligente que el prójimo y él tiene a la inteligencia como el valor mas alto, todo lo cual concurre a demostrar que él es un estúpido, tan estúpido como todos aquellos incautos que entran en su juego.  En el caso de cruzarse dos filósofos se mirarán con soberbia y nada dirán.
           

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