viernes, 4 de noviembre de 2011

Donde los razonamientos nadan como un feto

Donde los razonamientos nadan como un feto.

Primera parte.

El ser humano es un animal racional, eso es irrefutable. Incluso, refutando a Aristóteles, podemos decir que no es un animal, porque los animales no razonan, y nosotros sí. No conozco ningún animal que se siente a escribir frente a una computadora, y mucho menos que fabriquen una. Para bien o para mal somos superiores a las otras especies. (Muy probablemente para el bien de nosotros y para el mal de las otras especies.) Hemos pisado la Luna,  hemos llevado a la extinción al Dodó y al Mamut, hemos inventado la penicilina y la ciencia veterinaria, somos buenos y somos malos, acaso contradictorios,  pero, indudablemente, irrefutablemente, somos superiores.
Como los seres humanos son racionales, y como usted seguramente es un ser humano, tendrá que rendirse ante la evidencia: Hay más personas que seres humanos. Los oligofrénicos no son plenamente humanos porque no razonan correctamente. Los niños solo son humanos en potencia. En este orden de razonamiento, es una realidad que, aún entre gente normal, hay quienes son más humanos que otros, de la misma manera que hay, extremando la comparación, infrahumanos como los oligofrénicos o suprahumanos como Shakespeare.
Como el ser humano es racional, es lógico que entre sus miembros se presenten muchos conflictos, los cuales, al menos idealmente, uno espera que se resuelvan por medio de la lógica, o sea, hablando. Indudablemente, hay ciertos temas en los cuales no nos podemos poner de acuerdo, como el candente tema del aborto.
Los fetos, que nadan tranquilamente dentro de quien algún día será su madre, desconocen los debates que tratan sobre sus futuros y nada tienen que agregar mientras son fetos (o lo que es igual, mientras no son humanos.)90  En ese ríspido debate solemos tomar decisiones radicales, y son pocos los que están en una posición intermedia, como el aborto en caso de un feto contrahecho o por violación. Es notable, que quienes asumen estas posiciones intermedias, nunca dicen estar a favor de un aborto condicionado sino, a favor de la suspensión del embarazo bajo determinadas condiciones. Por ese motivo, en vistas de que quienes están en posiciones intermedias gustan hablar de suspensión o interrupción, pero no de aborto, podemos simplificar al género humano entre quienes están a favor y quienes están en contra. Y yo estoy a favor.
Pero resulta que nadie está lisa y llanamente a favor del aborto, de la misma manera que nadie está lisa y llanamente a favor de las guerras. Es por eso que esgrimimos argumentos para justificar nuestras posiciones. La explosión demográfica es uno de mis justificativos, el otro, que es  el más importante, es el que usted ya conoce; un feto no es un ser humano.
No obstante, yo estoy en contra del aborto. Esto, que le puede parecer una contradicción o una tomada de pelo, no es tan así. Estoy a favor del aborto embrional (antes de los tres meses), pero en contra del aborto fetal (entre los tres y los 7 meses.)  Si estoy en contra de este último tipo de aborto no es por piedad ante esa cosa que se llama feto y que, como ya dije, no es humano, sino por amor a la humana madre, quien, a esa altura, corre serio peligro de muerte.
Como usted es un lector astuto, ya habrá encontrado cual es la solución para matar un feto sin que la madre corra riesgos: esperar nueve meses. Como veníamos diciendo, un bebe no es humano desde el momento en que no razona. Ni siquiera se puede decir, como en el caso del niño, que es un humano en potencia. A lo sumo se puede decir que es protohumano. Cuando un bebe entra en este mundo, solo posee dos dones; chupar la teta y llorar si no tiene teta. Como se deja ver, esto no es muy brillante que digamos. Este es el momento ideal para terminar con su vida (siempre que ese sea el deseo de su madre, claro está.)
Aún tengo algo más que decir. Llegado el caso, se puede terminar con la vida de los niños, si eso fuera necesario. Pongamos el caso de un niño contrahecho o débil mental. No podemos darles la opción de la eutanasia cuando ni siquiera pueden optar por el suicidio. En consecuencia, nosotros, acabadamente humanos, podemos deliberar sobre si deben morir o no deben morir. Ahora pensemos en un niño sano, preferentemente un menor de 5 años. Aún no ha desarrollado el razonamiento abstracto, que es lo que caracteriza a nuestra especie.36 En el caso de ser consultado sobre su propia muerte y las imperiosas razones que nos empujan a matarlo__ superpoblación, pobreza de los padres, etc__ es muy improbable que nos responda algo coherente.
Todo esto que acabo de exponer, es a lo que me llevan los humanos razonamientos cuando los llevo hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, ante el apuro de terminar con la vida de un niño o de un bebé, es muy pobre lo que puedo razonar al respecto. Te toman la mano, te despliegan esa sonrisa, te escuchan, te necesitan, y empiezo a pensar que entre yo y el feto no hay tanta diferencia.

Segunda parte.

            El ser humano es un animal racional. Pero no sólo se destaca de los otros bichos por su cerebrote. Podemos decir de él que posee ciertas otras características que lo individualizan dentro del reino animal__ camina erguido, como el canguro; tiene el pulgar opuesto a los otros cuatro dedos de la mano, como el chimpancé; es un mamífero de poco pelo, como el elefante, etc.
No obstante estas características tan individuales, es evidente que lo más característico de nuestra especie es el razonamiento abstracto, que se apoya en la capacidad de hablar. Pero resulta que esto tampoco es tan evidente. Muchos años antes de que el hombre apareciera sobre la tierra, uno de sus primos lejanos, el hombre de Neandertal, ya había articulado un lenguaje, enterraba a sus muertos y seguramente creía en algún Dios. Claro que, por fortuna, no era tan inteligente como nosotros, y desapareció de este planeta para siempre. Sin embargo, es perturbador saber que el delfín posee un cerebro más desarrollado que el nuestro. No solo es más grande, también presenta mayor cantidad de circunvoluciones. Como es lógico, tanto para nosotros como probablemente para los delfines, este cerebrote les da la posibilidad de valerse de un lenguaje muy complejo. (Dicen los que saben, que este simpático animalito no puede desarrollar una tecnología porque esta es hija del fuego.)
Si usted es necio y todavía considera que nos destacamos por nuestra inteligencia, piense lo siguiente. Nuestras últimas generaciones han hecho posible un logro aún mayor que el de pisar la Luna: han creado inteligencia artificial. Tememos que esa inteligencia artificial nos supere, y ante ese temor, recordamos que no solo somos máquinas que piensan, también somos seres sensibles, lloramos, odiamos, reímos, amamos, y, por sobre todas las cosas, tememos, tememos que esa inteligencia artificial nos supere. Esto lleva a un conflicto. ¿Somos racionales porque somos seres sensibles o somos seres sensibles porque somos racionales? Yo no tengo dudas, somos sensibles, después somos racionales. Un pibe con síndrome de Down es tan sensible como cualquiera, pero no todos pueden ser tan inteligentes como yo.




90 Esta posición es sostenida incluso por gente de la iglesia como Tomás de Aquino, quien sostenía que, llegado el día del renacimiento de los muertos,  no podrían renacer aquellos que nunca habían nacido, lo cual incluye a los fetos. En Conversaciones entre monseñor Laguna y Marcos Aguinis, Tomo ll
36 En realidad, todo razonamiento es abstracto

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