Dos apologías de la crisis.
Apología del disco. (Involución)
En la época de paridad de uno a uno con el dólar, solía comprar algún que otro compacto. Cuando esa paridad dejó de existir, dejé de hacer cosas que solía hacer, como comprar compactos. Los precios se dispararon a las nubes, y si quería procurarme una obra de, digamos, Poulenc, debía contar con un capital excesivo, el cual no garantizaba nada dado que el desabastecimiento era_ y sigue siendo_ absoluto.
Para salir de este infierno, muchos de nosotros, a los cuales nos gusta la música_ la de verdad_ volvimos a descubrir el vinilo. Si bien el vinilo ya no se produce, la música que perdura todavía se sigue reproduciendo en ellos. Además, la mayoría de los discos pertenecen a grandes intérpretes y a grandes orquestas, y el precio de los mismos es ridículamente bajo.
Soy una persona que se mete en cualquier tugurio que encuentra. Conozco una considerable cantidad de lugares que se dedican a vender antigüedades, como los discos. Hará un par de meses me encontraba revolviendo música en uno de esos tugurios cuando me crucé con una edición rusa de la decimoquinta sinfonía de Shostakovich. Estaba excesivamente cara, pero la tentación fue muy fuerte y dejé los siete pesos en el mostrador. Puesto que me había quedado sin plata volví a casa caminando, orgulloso de la presa que había cobrado, como un pescador que no necesita mentir, sesenta cuadras de orgullo. Cuando estuve en mi casa noté, para mi asombro, que la bandeja giradiscos no estaba donde tenía que estar; yo nunca había tenido una.
Para gozar de las enormes ventajas que proporcionan los discos, debía hacerme de una bandeja. Conseguí una por un precio ridículamente bajo, lo cual no constituye un mérito ya que el precio medio de una bandeja es ridículo.
Para mi sorpresa, esta involución tecnológica me reportó enormes satisfacciones que exceden el importante hecho de poder escuchar la mejor música al más bajo precio. Abran los oídos:
1)Los surcos de un disco describen un espiral. La velocidad aparente de la púa sobre el surco, es constante. Pero si nos preciamos de ser intelectuales notaremos que no es así. A medida que la púa corre hacia el centro, la velocidad disminuye. (Podemos imaginar un surco recto; según pasa el tiempo, la velocidad del surco va languideciendo. ) Como la velocidad del giro es siempre la misma, pero los círculos son cada vez más cerrados, es lógico que esto pase. Por otra parte, tenemos la sensación óptica de que es la púa la que se desliza por el disco, cuando sabemos que es al revés. Todo esto, que es una perogrullada, me parece estéticamente admirable.
2)El punto anterior no sería posible si no pudiésemos ver al disco girar en la bandeja. Como muchos, asocio la música a un movimiento regular. Escuchar un disco y completar esa audición viéndolo girar despreocupadamente, es algo muy bonito.
3)Cuando una pista tiene mas de diez minutos, como un movimiento sinfónico, pasa por momentos en que la música es turbulenta, otras veces dulce, lenta, rápida, etc. Si usted a mirado con atención ulna de esas pistas, abra notado que todas esas secciones de la música están discriminadas por tonalidades diferentes del color negro. Son algo así como pistas dentro de las pistas. De esta manera tenemos un marco formal de la obra que es sumamente útil. Se llega a conocer cierta vaga estructura de la obra incluso antes de haberla escuchado.
4)Se sabe que con el compacto uno puede ubicar ulna pista con mucha rapidez. Sin embargo, la destreza en el manejo de la púa puede dejar lento al compacto. Por no hablar de una ventaja adicional: por las diferentes tonalidades del color negro, uno puede buscar con gran prontitud pasajes perdidos en medio de las pistas.
5)En los años del disco, Argentina tenia una ingente producción de música en espiral. En consecuencia, en la espalda de todos los discos uno podía__ y aun puede__ encontrar erudita información que hablaba sobre esa obra que el ignorante habia comprado: Y en el idioma del ignorante!. (Cuando me metí en aquel tugurio de discos, lo hice con la firme convicción de estar entrando en una biblioteca.)
6)La bandeja y el tamaño del disco inspiran respeto. Colocar un disco en la bandeja es casi ulna operación de cirugía mayor. El mayor respeto lo impone la eventualidad de que ese disco se raye. Es el respeto que la música le impone a lo que Umberto Eco llama el “Acuario musical”, esa música de fondo que esta omnipresente en la televisión, la radio, los shopings y supermercados, las estaciones de trenes y subterráneos, los colectivos, los autos, y hasta la ventana, porque siempre hay un vecino que escucha música. Cuando uno se esta ahogando, descubre con gran placer que existen los discos; ese enfermo terminal al que uno le vuelve a dar vida y lo deja convaleciente.
7)La portada del disco también inspira respeto. Es casi un cuadro, y alguno de ellos tiene un arte de tapa de gran dignidad. Todo esto individualiza un disco de otro. (Me temo que en un futuro no muy lejano ya no podamos individualizar a priori una obra de la otra. No hace mucho, un pibe me dijo que tenia las diez sinfonías de Malher, y me mostró un MP3. Me pidió que lo asesore; no sabia que escuchar primero. Y ni que hablar de las computadoras.)
A pesar de lo dicho, prefiero el horno microondas y no el horno a leña, aunque este ultimo sea más romántico y natural.
Apología de la fotocopia. (Revolución)
Nos aconsejaban comprar libros, no fotocopias. Las razones que alegaban eran estas__ o al menos supongo que eran estas.
1)La mayoría de las fotocopias que se ofrecen en ulna cátedra omiten casi todo el texto de un libro. 2) Son idénticas. Todas presentan el mismo tamaño y el mismo color. Refuerza esta similitud la ausencia de un lomo y el consecuente caos que se genera en el material a medida que se va acumulando61. 3) Quizás por este mismo motivo, al no poder discernir las grandes obras de las menores, las que nos interesan de las que no, tenemos ulna implacable tendencia a no favorecer el cuidado del material, el cual termina arruinado, perdido, refugiando media docena de huevos o alimentando a un cartonero.
Con la llegada de la crisis, el precio de los libros se disparó. Hoy son inalcanzables e inhallables. Nos tenemos que contentar con las fotocopias, y los apologistas del libro tienen que guardar sus incisivos discursos para tiempos mejores. Sin embargo, bien visto, las fotocopias no dejan de reportar enormes ventajas que los defensores del libro no quieren ver; algunas de ellas tan evidentes como el precio. Detallo las ventajas.
1)El hecho de que la fotocopia sea más barata puede, incluso, no redundar en un beneficio económico, aunque si en ulna excelente inversión. Puedo elegir liquidar mis últimos 100 pesos en tres obras de Foucault, o fotocopiarme la mitad de sus obras completas. 1) Si la cátedra no brinda más que una pequeña parte del libro en fotocopias, yo puedo elegir fotocopiar el resto... llegado el caso de que valga la pena. Por otra parte, el mismo relevamiento deliberado de sólo una de las partes de los libros, crea en nuestro hogar una selecta antología del pensamiento, muy al estilo de las bibliotecas de Java o Sudáfrica.623) Es mentira que la acumulación de fotocopias genere un caos inevitable. Todo depende de lo caótico que nosotros mismos seamos. Acostumbro ordenar las fotocopias en folios, y estos a su vez en una carpeta, en cuyo lomo detallo lo que esa carpeta__ ahora devenida en un libro__ guarda para mi regocijo. (He tenido la sorpresa de cruzarme con diversas antologías de precios astronómicos, que no superaban a similares antologías que guardan mis carpetas.)
Gracias a la fotocopia__ esa revolución de la tecnología__ hoy cuento con una considerable cantidad de obras inhallables, de las cuales ya no se tiene memoria de su última edición: como Historia de seis ideas de Tatarkiewics. ¿Qué dice? ¿Qué está prohibido fotocopiar libros? ¿Qué las fotocopias atentan contra la existencia de las editoriales? ¿Qué si se funden las editoriales, ya no va a haber más libros para fotocopiar? Déjese de joder, que gracias a esas máquinas yo puedo reproducir estas páginas para que las lean mis amigos. ¿Qué ninguna editorial se puede interesar por lo que yo escribo? En ese caso, que se fundan las editoriales. Viva la fotocopia.
61 Incluso con los libros puede pasar lo mismo. Cierta vez, Antonia, amiga mía, queriéndome hace un favor, ordeno los libros de mi biblioteca. Los ordeno agrupándolos por color. Cuando llegue a mi casa me subió la fiebre. Así es imposible encontrar un libro. Ella insistió; eso era orden. Si yo quería uno de color rojo, estaba por allá abajo. Pero yo no quería colores, quería libros.
62 Ver, El arquitecto del honor, en este mismo diario
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